El
10 de febrero de 1737 los parroquianos de Santa María
y San Julián, piden al Cabildo la unión
de las capillas del Santo Cristo y la del Espíritu
Santo. A los cinco días se admite la proposición
y se acuerda hacer la actual capilla, que se construye
a partir de 1737, estando concluida su estructura e incluso
sus yeserías al año siguiente. La pintura
de la nueva capilla se encarga al dorador José
Sarmiento. Fue hasta no hace muchos años la parroquia
de Santa María la Mayor.
De estilo barroco, la capilla se concibe como un organismo
de planta combinada, con un tramo cubierto por bóvedas
de arista y otro por cúpula ligeramente ovalada
con linterna. Sigue el modelo de la capilla de San Isidoro
de Madrid, de José de Villareal.
La esencia de este espacio, más que por su
estructura, viene dada por la rica y profusa decoración
de yeserías. Se aprecia una evolución
respecto a la Capilla de Santa Ana, pues se amortigua
el carácter geométrico y la cardina se
hace más rizada y predominante.
Dichas yeserías, cuya policromía había
permanecido oculta bajo una capa de cal durante muchos
años, han sido restauradas y el espectador podrá
disfrutar de una visión casi desconocida de la
capilla ya que ha recuperado su aspecto barroco original.
La ornamentación se completa en el presbiterio
con tres retablos, el del Santo Cristo del Consuelo,
el de la Purísima Concepción (que alberga
la talla renacentista de la conocida Virgen del Ángel)
y el del Espíritu Santo. Éste último
retablo barroco es diseñado por Sebastián
de Sola y Calahorra y ejecutado por Francisco de Gurrea.
Todo parece indicar que alguno de los óleos sobre
lienzo del retablo son obra del pintor Vicente Berdusán.
Tiene la capilla una sacristía, llamada “parroquial”,
que conserva un retablo plateresco de hacia 1550, de
escuela aragonesa.
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