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Por Julio
Ramón Segura Moneo
Se denomina así,
por haber sido adquirido, construido y habitado por
el Deán, Decano del Cabildo de la Colegiata de
Santa María de Tudela, elevada a Catedral en
1783. Desde ese año se conoció como Palacio
Episcopal, ya que fue la sede de los Obispos de Tudela
hasta el año 1844 en que murió el 4º
y último Obispo con sede en Tudela, Don Ramón
María de Azpeitia. Popularmente, ha sido conocido
siempre bajo la denominación de Palacio Decanal.
El solar sobre el que se levanta está delimitado
por las calles: Verjas, Roso –antes calleja del
deán -, plaza de San Jaime y por la crujía
del lado oeste del claustro de la Catedral, con el que
se comunica desde el interior.
El Palacio tiene tres accesos desde el exterior: por
Calle Roso, que fue el principal y único hasta
el año 1831; por Plaza de San Jaime, cuyo acceso
ha sido utilizado como principal desde 1831 hasta la
presente década. La plaza actual era en sus orígenes
mucho más pequeña, ya que estuvo ocupada
en su mayor parte, por la Iglesia de Santiago (San Jaime)
derribada en el año 1807 y por unos bagos que
se eliminan hacia el año 1500 para dar más
amplitud a la pequeña plazoleta; otro tercer
acceso por la actual calle Verjas, debajo de la torre
del palacio, de la que apenas quedan unos vestigios
de decoración mudéjar debajo del actual
alero.
Entorno urbanístico
en el siglo XV
A finales del siglo XV, el solar adquirido para construir
la residencia del Deán está instalado
en la zona más céntrica y de mayor importancia
de la ciudad. Las calles inmediatas, Plaza de Santa
María, Rúa, Placeta de San Jaime, estaban
ocupadas por las familias nobles e influyentes de la
ciudad, como Pierres de Peralta, Beraiz, Cabañas,
etc., y en las que habían convertido las estrechas
e incómodas casas medievales, en palacetes con
salas espaciosas y amplias fachadas.
Formando un ángulo recto con la prolongación
del muro de la Puerta del Juicio de la Catedral (llamada
también La Pintada), estaba la puerta principal
del palacio Decanal, flanqueada, a su izquierda por
la torre de la Catedral, arruinada en 1676 y por la
derecha con la calleja del Deán.
La estrecha calleja del Deán, donde estaba el
acceso principal al Palacio (hoy Roso), accedía
a una pequeña plaza, verdadero centro neurálgico
de la ciudad. En ella estaba situada la Iglesia parroquial
de Santiago o San Jaime, con su correspondiente Casa
de la Vicaría y, a sus espaldas, el convento
de San Nicasio con su Iglesia, fundación de frailes
Mercedarios.
El otro frente de la plaza, lo ocupaban probablemente
unas casas que en su parte posterior colindaban con
el Palacio Decanal. Estas casas, fueron del Marqués
de Montesa y de la familia Veraiz y pasaron en el siglo
XVIII, a ser propiedad del Marqués de San Adrián
y del Conde González de Castejón respectivamente,
siendo ambas objeto de permuta en 1830 para ampliación
del palacio Episcopal.
A la plaza confluían, desde el Barrio de San
Julián (antes Judería Vetula o antigua
Judería) la calle o Barrio de la Merced. Desde
la puerta de Albazares (hoy esquina de Plaza Nueva y
calle Muro), el barrio o calle de la Concarera. Desde
las Carnicerías, discurría una importante
vía, la Rúa, que comunicaba con la Iglesia
de San Nicolás y con la calle del Puente hacia
el Camino Real de Pamplona a Zaragoza.
El lado izquierdo de la bajada al Barrio de la Merced
lo ocupaba en su mayor parte el jardín del palacio,
que se prolongaba hasta cerrarse con una verja en la
pared lindante con la crujía sur del claustro
y a continuación los solares donde más
tarde se situaría el teatro propiedad del Hospital
de Nuestra Señora de Gracia. El lado derecho
lo ocupaba el lateral de la Iglesia de San Jaime, la
casa o palacete del Comendador de la Merced, la Iglesia
y el Convento de los Mercedarios.
Orígenes y adquisición
del inmueble
El solar sobre el que se levanta ocupa un total de
836 m/2. De ellos, 479 m/2 corresponden al solar que
ocupa el edificio gótico; 116 m/2 el edificio
moderno; 13 m/2 la capilla exenta y 228 m/2 el patio.
Está delimitado por la calle Roso –antes
Calleja del Deán -, Plaza de San Jaime, calle
Verjas, y crujía del lado oeste del claustro
de la Catedral.
En este espacio, anexo al claustro de la Colegiata,
tuvo lugar el primer Concejo el municipio de Tudela.
Hay constancia de ello al menos desde 1268, año
en que los jurados se reunían para tomar sus
acuerdos. En 1330, con motivo de reformar el Fuero de
Sobrarbe, se reúne el Concejo en los claustros
de la Iglesia Mayor de Santa María de Tudela,
según acostumbrado es.
Conocemos que el municipio hace unas piezas, salas
o “cambras que son obradas, edificadas et fechas
para el servicio, plegas y concellos de la dicha ciudad
sobre la dicha claustra,…que afrentan con la dicha
Iglesia y con guerto de aquella y claustra que es abajo
y con casas del deanado, francas et quitas sin cargo
alguno”. Estas mismas cambras son las que el municipio
vende en 1477 a favor del Deán de Tudela, en
la persona de Don Pedro Ferriz, Cardenal y Obispo de
Tarazona y por comanda, Deán de Tudela, “para
el dicho deanado y deanes de Tudela que después
serán a perpetuo” . Con el fin de obtener
el dinero suficiente para comprar la casa a la ciudad,
el Deanado de Tudela vende unas casas que tenía
en Olite, por precio de 100 florines de moneda Navarra.
La venta se realiza en concejo abierto, presidido
por el alcalde de la ciudad don Martín de Mur,
el Justicia don Juan de Eza y los jurados Pedro Magallón,
Gaspar de Santa Cruz, Martín Guerrero y Pedro
el Cuende.
Al concejo asisten más de 40 vecinos cuyos nombres
recoge Johan Pérez del Calvo, notario y secretario
del municipio, en el acta de la sesión que redacta
y en la que comparecen como testigos los canónigos
Miguel Caritat, chantre y Pedro Egüés, canónigo
de Santa María. En nombre del Obispo y como procurador
figura Don Juan Sanz de Berrozpe, Tesorero de Navarra
y administrador del Deanado, quien satisface al municipio
los 1.800 sueldos, dineros jaqueses de Aragón.
El palacio debió ocuparse muy pronto como vivienda
del deán, tras unas primeras obras de adecuación,
porque en los primeros días de 1479 estuvo viviendo
en él Dª Leonor, hija del Rey Juan II. Residiendo
en el palacio fue convertida en reina de Navarra y en
el mismo palacio falleció pocos días después,
el día 12 de febrero. Fue ejecutor testamentario
de la reina, juez de finanzas y mayordomo, el tudelano
Don Juan Pérez de Veraiz, a quien acompañaba
como séquito.
El deán Don Pedro Ferriz había fallecido
en septiembre de 1478. El cargo no se cubrió
de inmediato sino que permaneció vacante. En
marzo de 1482 es designado deán, Don Juan de
Aragón, que residía a la sazón
en Roma.
El Palacio Decanal en el siglo
XVI.
Primera reforma constructiva
del Palacio.
El periodo del deanado se muestra en su plenitud a
comienzos del siglo XV, por las atribuciones que llega
a adquirir hacia 1510, cuando ocupaba el cargo de Deán,
Don Pedro Villalón de Cálcena, quien por
la amistad personal con los Papas Adriano VI y Julio
II, consigue completar prerrogativas y preeminencias,
elevando al deán, en lo eclesiástico,
a figura relevante, teniéndole en el contorno
por prelado, ejerciendo una poderosa jurisdicción
y llegando a conferir órdenes menores.
En su Iglesia no reconocía mayor autoridad sobre
él, más que la de Roma, y relegaba a segundo
término la del Obispo de Tarazona, con quien
entabló continuos pleitos durante muchos años.
La Iglesia Tudelana era directamente dependiente de
Roma y de allí se proveía su deanato,
sin intervención de la autoridad Real.
La primera reforma importante del inmueble, para adaptarlo
a vivienda confortable del Deán se realiza en
los primeros años del siglo XVI, siendo Deán
Don Pedro Villalón de Calcena, que costeó
una parte importante de las obras. Fue nombrado Prelado
de esta Colegial siendo Deán de Calatayud, Arcediano
de Tarazona y Camarero del papa Julio II, de quien fue
a su vez, su notario Apostólico y familiar. Si
bien fue nombrado en 1507, no tomó posesión
del cargo hasta el 12 de junio de 1511.
A partir de esta fecha, presumiblemente, dan comienzo
las obras de reforma del Palacio que pudieron ser diseñadas
y dirigidas por Esteban de Obray, escultor y entallador
que en 1519 construía el coro de la Colegiata
al estilo plateresco del momento.
En 1515 el Cabildo autoriza al Deán a adornar
su casa junto al jardín y poner una galería
sobre el claustro, con andador, con tal que el claustro
no reciba daños de aguas. Esta galería,
así como otras dependencias construidas más
tarde en la crujía del sobreclaustro adosado
a la nave de la Colegiata hasta la capilla de Espíritu
Santo, fueron demolidas en la restauración del
claustro, acometida a partir de 1940
Prisión del Canónigo Alvarez de Urroz
por sustituir los emblemas reales por otros del Deán
Villalón.
El deán D. Pedro Villalón, nacido en
la villa aragonesa de Cálcena, llegó a
alcanzar en la curia de Roma, los cargos de camarero
pontificio, protonotario apostólico y familiar
del Papa Julio II. Le nombra deán de Tudela en
1507, si bien no toma posesión hasta 1511, en
clara oposición a los intereses de los Reyes
de Navarra que propugnaban el nombramiento de D. Pedro
Peralta.
En enero de 1509, un suceso alteró los ánimos
de la ciudad y del Cabildo. El canónigo tudelano
D. Gonzalo Alvarez de Urroz había mandado quitar
de la silla del coro, del palacio del deán y
de otros lugares, los escudos con las armas reales y
sustituirlos por los emblemas propios de Villalón.
Enterados los reyes consideraron la acción
como delito de lesa majestad y ordenaron al merino de
la ribera D. García de Aybar, que ocupasen los
bienes del canónigo y que fuese desterrado, apresado
y llevado a la capital para ser juzgado.
Villalón, figura controvertida
Villalón vivió en el palacio, la mayor
parte de los 27 años que duró su deanado,
hasta su fallecimiento acaecido en 1538. Es cierto que
fue polémico en su hacer y en sus manifestaciones
y muy controvertido en la valoración de los diferentes
autores que lo han estudiado.
Para Madrazo, es un hombre de boato y más mundano
que dado a la vida espiritual, imbuido en las ideas
de grandeza y fastuosidad del siglo del renacimiento
que tan perfectamente personifican Alejandro VI, Julio
II, León X, llegando su engreimiento hasta el
extremo de negar la presidencia en el coro al Obispo
de Tarazona, a quien quería obligar a que se
sentase en paraje inferior a su silla como mero canónigo.
Juan Antonio Fernández señala su amistad
con Julio II y destaca a Villalón como el más
ilustre de sus deanes, que llevó su dignidad
al mayor grado de esplendor.
Para el Obispo Díaz Bravo, coetáneo en
el siglo XVIII con Fernández, …si Dios
le hubiera conservado algunos años más
de su vida, hubiera dado tanto esplendor a su Iglesia
cuanto cabe en la que más tiene de su jerarquía.
Valora su pérdida de la siguiente manera: Lloraron
su muerte los pobres, porque perdieron su protector
y padre; la lloraron los eclesiásticos porque
perdieron y se apagó la luz de su magisterio;
lloráronle los nobles, porque les faltó
el prototipo de las operaciones ilustres; lloróla,
en fin, todo el pueblo, porque perdió en su persona
un sujeto que era digno de la tiara.
El Palacio Decanal en el siglo
XVI.
Por documentos diversos, conocemos cómo era
el palacio en esos años. El acceso principal
estaba junto a la antigua torre de la catedral, en la
calleja del Deán, hoy calle Roso. Su entrada,
mediante un portón centrado con la calle que
va a la Puerta del Juicio de la Catedral, amplio y bien
conformado por un arco de medio punto en ladrillo encebollado
al igual que toda la fachada. Sobre el portón,
un amplio, elegante y bien proporcionado ventanal con
adornos platerescos, pilastras de relieve, friso y antepecho
y un gran escudo de alabastro encerrado en una laúrea,
con las armas del Papa Julio II y del deán Villalón.
El escudo, tiene en la parte superior la tiara pontificia
y unas llaves cruzadas. Más abajo, un escudete
con un árbol arrancado. Al pie de este blasón,
otros escudos pequeños pareados con dos estrellas
en campo rojo, separadas por una banda de oro. Rodea
al escudo una guirnalda de laurel y unos angelotes cierran
los cuatro ángulos. A la corona se ciñe
la divisa que tiene una leyenda actualmente ilegible.
La tiara y el árbol arrancado del primer escudo
son armas del Papa Julio II, cuyo nombre era Julián
de la Rovére y de ahí procede el árbol
de roble que muestra su escudo -distribuido a los lados
del tronco, aparece grabado el nombre de Julii II-.
Los escudos pareados que hay al pie, son los blasones
de D. Pedro Villalón, deán de Tudela.
Entrando al zaguán por un suelo empedrado,
hay una puerta a mano izquierda con arco de medio punto,
en piedra, que comunica con el claustro de la Colegiata.
Al fondo se encuentran los accesos a las caballerizas,
gallinero y bodegas. En el lado derecho se inicia el
arranque de la escalera principal que sube a la planta
noble y superiores.
Subiendo la escalera, al suelo de la planta principal,
se encuentra en primer lugar, un corredor y una cocina.
La sala principal está dividida en tres cámaras;
dos de ellas se sitúan al mismo suelo y a la
tercera se accede mediante una escalerilla más
alta. Los artesones están tallados y pintados
y así permanecieron hasta comienzos del siglo
XX. Al fondo, una preciosa capilla y el frontal de su
pequeño altar, se adorna con azulejos renacentistas.
En la parte superior de las jambas, a ambos lados de
la puerta de entrada hay dos escudos. Uno de ellos es
de Villalón y el segundo de los Urries que sucedió
a Villalón en el deanado, en 1538 . En los entresuelos
bajos, al suelo de los corredores hay otra sala y dos
cámaras dentro de ella.
Subiendo a los aposentos de arriba hay cuatro cámaras.
Las dos primeras se encuentran subiendo la escalera,
a mano derecha. Hay otra cámara frontera a la
escalera y otra, a la entrada del granero alto que está
sobre los entre suelos.
Visitas y acontecimientos
en palacio decanal en los siglos XV y XVI
Apenas adquirido el Palacio para vivienda del Deán,
como decano del Cabildo, se suceden acontecimientos
memorables que perdurarán en el recuerdo de los
tudelanos.
El primer acontecimiento se traduce durante la estancia
en Tudela de Leonor, hija de Juan II de Aragón
y de Blanca, reina de Navarra, en enero de 1479 y que
ejercía el gobierno en Navarra en ausencia de
su padre. Tenía su residencia en el Palacio Decanal,
cuando conoció la noticia de la muerte de Don
Juan, ocurrida en Barcelona el día 19 de enero.
De inmediato se convocaron las Cortes, que se organizaron
y celebraron en Tudela. En ellas, fue jurada y coronada
Leonor como reina de Navarra, el 28 de enero. A los
pocos días enfermó y murió en el
Palacio decanal de Tudela, el día 12 de febrero.
En el año 1522 viviendo en el palacio el deán
Villalón, se hospedó como huesped el Papa
Adriano VI, celebrando misa en el oratorio.
El rey Felipe II se hospedó dos veces en el
Palacio. La primera en de agosto de 1551 adornándose
las entancias con el mayor decoro y riqueza que el municipio
pudo. Por la noche hubo luminarias, fuegos de artificio
y al día siguiente, juró los Fueros y
reunió a las Cortes en la Catedral, presidiéndolas
desde un gran estrado colocado en el crucero de la Iglesia,
junto a la plaza de la verdura. La segunda, en 1592,
con sus hijos, de paso a Tarazona, donde convocó
a las Cortes.
El Palacio Decanal en los
siglos XVII y XVIII
A lo largo de estas dos centurias el palacio va sufriendo
las reparaciones necesarias por acusar la huella de
los años así como las adaptaciones, en
orden al criterio y necesidades de sus propios inquilinos.
Las más importantes se refieren a las zonas de
los sobreclaustros, tanto en el lienzo que corre a lo
largo del palacio donde se había construido una
galería, como el adosado al muro de la Iglesia
y que llega hasta la capilla del Espíritu Santo.
En él se abren tribunas hacia la nave, y se comunica
con escalera al suelo de la Iglesia. Por ser muy numerosas,
señalaremos tan solo las que dejaron huella permanente
en el edificio.
En la primera mitad del siglo XVII, el Cabildo autoriza
al deán para hacer un balcón en la parte
que sale desde el caxal sobre el coro. De igual manera,
autoriza también al deán Don Antonio Cuéllar
a colocar una celosía en la ventana que hay encima
de la puerta de entrada al claustro, frente a la capilla
de San José.
Este deán fallece en Madrid en 1624 y sus restos
se trasladan desde la Iglesia de San Miguel de Madrid
hasta Tudela, para enterrarlos en el coro, en la sepultura
de los deanes y sus bienes los hereda la propia Catedral
para sus obras. .
No debían estar muy saneadas las arcas del Palacio
porque en ese año, el maestro albañil
de Tudela Francisco Sanz reclama el dinero que se le
debe por las obras que había hecho, entre otras:
un cuarto en el Palacio sobre el paso por donde se entra
al Espíritu Santo, el paso al caracol para bajar
a la Iglesia Colegial, el pozo. También se procede
a la declaración de no estar obligados los deanes
de Tudela a reparar la parte del claustro que toca a
su palacio .
En el año 1643 el Cabildo autoriza al deán
D. Gil de Echauri para colocar un balcón encima
de la puerta del claustro que da a la Iglesia. Años
más tarde, se autoriza también al deán
D. Basilio Camargo para que pueda abrir cuatro ventanas
desde su palacio al claustro, poniendo rejas en ella
.
A veces, las relaciones entre Deán y Cabildo
no son muy cordiales respecto al palacio como vivienda,
considerando los canónigos que el deán
adquiere excesivas cotas de poder y control o que usa
de la Catedral a su capricho y comodidad. Se suceden
con relativa frecuencia, protestas por el fácil
acceso del Deán desde el palacio a la Iglesia
y por el exagerado control o vigilancia que ejerce sobre
los canónigos, que afecta a su libertad de acción,
en los claustros y en la Iglesia.
Esa es la razón que, como ejemplo ilustrativo,
lleva al Cabildo en 1672 a ordenar que se cierren las
tribunas de los deanes que dan a la Iglesia, si bien
en otro momento lo autoriza .
El Deán huye de su
Palacio por los tejados
En 1654, el Palacio Decanal y su deán sufrieron
graves ataques por parte de los ciudadanos, muy enfadados
por la publicación de una ley de caza y pesca
aprobada por las Cortes, de las que formaba parte el
deán de Tudela y que lesionaba los derechos que
ejercían desde la concesión de los fueros
de Sobrarbe por Alfonso el Batallador.
Su publicación provocó en Tudela un
motín ya que, entre otros motivos, además
de cometer diversos contrafueros, llamaba villanos a
los labradores, apelativo que los ciudadanos consideraron
una afrenta intolerable.
La irritación llegó a tal extremo que
acudieron los vecinos a la casa del alcalde Don Juan
Castillo y Cabanillas, amenazándole de muerte
por consentir tal contrafuero. Después, más
de 400 vecinos se dirigieron a las 10 de la noche del
mismo día 7 de septiembre al palacio del deán
D. Gil de Echauri y Zárate, con el mismo ánimo
exaltado. Llamaron insistentemente para ser recibidos
por el Deán. Como no obtuvieran respuesta, rompieron
con violencia las puertas del palacio y recorrieron
el edificio buscando al deán, dispuestos a matarlo.
Al no poder encontrarlo, destruyeron todos los objetos,
joyas, cuadros y muebles, no dejando en uso, camas ni
bancos.
El deán, con ayuda pudo salvar su vida huyendo
por los tejados, descolgándose por una lucerna
a la Catedral y huir de la ciudad, refugiándose
en una aldea.
Es frecuente que el patrimonio del Palacio (Deanado)
se incremente con los bienes cedidos en testamento por
los Deanes. Son también frecuentes, los testamentos
ológrafos y en ocasiones, como el deán
Alvarez de Montenegro ab intestato . Se hizo inventario
de todos los bienes existentes y reseñados en
el Palacio, entre ellos un cuadro del Padre confesor
Montenegro, un coche de caballos con sus aderezos y
un cuadro de San Jerónimo en el oratorio.
El deán D. Jerónimo Laplaza y Zarauz,
entre las muchas y variadas obras que hizo, acometió
en 1717 la restauración del Palacio que estaba
ruinoso y reparó los dos lienzos del claustro
sobre los que está fundado. Veinte años
más tarde, hay una declaración de José
Marzal y Simón de Eguaras sobre reparos en el
palacio decanal de Tudela, encargada por el Dr. Don
Francisco Navarro, deán y prelado de la ciudad,
para que pueda ser habitado dignamente. En ella se justifica
la necesidad de varias obras de mantenimiento y de adecuación,
como reparar tejados, desván, paredes y suelo
de cárcel y la escala que accede a ella, recalzar
la pared del jardín que se corresponde con las
caballerizas, suelos, puertas y cocinas.
Fallecido el deán y prelado D. Martín
de Baldemoros, vuelve a encargarse en el año
1757, otra valoración y reparación de
todo lo necesario al maestro Joseph Marzal y Gil, completando
en esta ocasión otras obras en el oratorio, escaleras
que bajan a la cocina, zaboyar las juntas de los enladrillados
de la habitación principal que se corresponde
con el costado de la Iglesia, recalzar las paredes de
la sala de la audiencia, recalzar el rincón de
pared que hay en el jardín debajo del oratorio,
componer los pasamanos de la escalera que sube a la
cárcel, componer las gradas de la escalera principal,
.
Visitas y acontecimientos
en el Palacio Decanal en los siglos XVII y XVIII.
En el año 1646 el rey Felipe IV visitó
Tudela, residiendo en el Palacio Decanal, adornado con
el mayor lujo posible. Tal visita y sus preparativos
desbordó las posibilidades económicas
de la ciudad que tuvo que tomar a censo 2.500 ducados
para hacer frente a los gastos.
Preparó muy variados actos, tanto para festejar
la estancia de su rey como para divertirlo. A lo largo
de su estancia se sucedieron, fuegos de artificio, luminarias,
toros ensogados, unos con hubillo de fuego, otros con
albarda.
Coincidió su estancia con la celebración
de la festividad del Corpus, asistiendo el Rey a los
Oficios de la Catedral y a la procesión que discurrió
a continuación por diversas calles de la ciudad.
Destaca sobre manera la visita realizada a Tudela
por el Rey Felipe V con su esposa Isabel de Farnesio
y el Príncipe Luis en junio de 1719, con motivo
de la entrada en navarra de las tropas francesas. Permanecieron
en Tudela varios días y se hospedaron en el palacio
Decanal, que la ciudad adornó con sumo esmero.
Los accesos y cercanías del Palacio Decanal estaban
concurridos de continuo vitoreando a la familia real
y siguiéndoles de cerca cada vez que salían
del Palacio, aunque solo fuese a pasear al campo.
Una de las diversiones con que animaron los tudelanos
la estancia de sus Reyes fue la de llenar de caza la
Mejana –en esa época era un verdadero soto-
y en ella se distraían ambos esposos ante la
mirada complacida de sus súbditos que observan
todo desde los montes cercanos.
Coincidió su estancia en Tudela, al igual que
ocurrió a Felipe IV, con la celebración
de la festividad del Corpus, asistiendo los Reyes a
los Oficios religiosos organizados en la Colegiata y
a la procesión que recorrió la ciudad,
como era tradición.
Pasados unos días, el rey partió a Irún
para avistar su ejército y dejó en el
Palacio Decanal a su hijo, enfermo de viruelas. El Deán
y la ciudad de Tudela se encargaron de su atención
y cuidado hasta el regreso de sus padres.
Veinte años más tarde, visitó
Tudela María Luisa de Borbón, viuda de
Carlos II, con su correspondiente séquito, residiendo
en el Palacio Decanal. Como era tradición en
tales casos, las familias tudelanas aportaron los objetos
y muebles necesarios para que el Deán pudiese
atender con dignidad la Ilustre visita. Trasladaron
tapices, camas, armarios, desde las casas de las familias
más principales.
El municipio organizó numerosos festejos dedicados
a la Reina. Celebró corridas de toros que María
Luisa presenció en la recién estrenada
Plaza Nueva, desde un tablado adornado de tapices.
El Palacio Decanal se convierte
en Episcopal, como residencia
de cuatro Obispos de Tudela.
El Papa Pío VI, accede a las instancias del
Consejo y Real Cámara y crea en el año
1783 el Obispado de Tudela. El Conde de Campomanes prestó
especial atención al expediente para erigir en
Catedral la Colegiata, a cuyo reconocimiento y gratitud
obedece el retrato que se colocó en la sacristía.
El primer Obispo de Tudela, Don Francisco Ramón
de Larumbe, natural de Lumbier, fue consagrado en las
Salesas Reales de Madrid e hizo su entrada solemne en
la ciudad y en su Palacio, el 10 de noviembre de 1784.
Hizo un Plan de arreglo Parroquial y Beneficial de la
Diócesis. Falleció en Pamplona en 1796,
trasladándose su cuerpo a Tudela, para ser enterrado
en el coro de la Catedral, al lado del Deán Villalón.
Su retrato, obra del pintor cascantino Diego Diaz del
Valle, se halla en la sacristía mayor de la Iglesia
Catedral.
Le sucede Don Simón de Casaviella, natural de
Jaca. Residió igualmente en el Palacio Decanal.
Asistió a las Cortes de Navarra de 1801. Llevó
a cabo la ejecución del Plan Parroquial elaborado
por su antecesor, cerrando así varias parroquias.
Le tocó vivir la difícil situación
de la invasión francesa. Su intervención
a favor de las personas y vidas de muchos tudelanos
fue memorable y heroica, consiguiendo permutar la orden
de degollar a la población, dada por el general
francés, por dos horas de saqueo en la ciudad.
Falleció en Tudela en 1816 y fue enterrado en
el coro de la Catedral.
Le sucedió Don Juán Ramón Santos
de Larumbe que apenas ocupó el cargo 7 meses.
Le sucedió el 4º y último Obispo
que ha tenido la ciudad, Don Ramón María
Azpeitia, último prelado que también residió
en el Palacio Decanal, entre los años 1819 a
1844. Fundó el seminario Conciliar y fue Director
de la sociedad tudelana de Amigos del País.
Por el Concordato de 1851 desapareció el Obispado
de Tudela y la Catedral quedó nuevamente reducida
a su antigua condición de Colegiata. A partir
de esa fecha, los inquilinos del Palacio volvieron a
ser los Deanes.
El Palacio, sede de Obispos
de Tudela
En 1783, atendiendo la exposición del embajador
de España, Duque de Grimaldi, el Papa Pío
VI expide una Bula, por la que eleva la Colegiata a
rango de Catedral, creando a su vez el Obispado. La
nueva Diócesis tiene en total 12.000 habitantes,
sumados entre la ciudad de Tudela y otros siete pueblos
o lugares como son Ablitas, Murchante, Fontellas, Ribaforada,
Urzante, Pedriz y Murillo de las Limas.
La ciudad de Tudela estaba dotada de ocho conventos
de diferentes órdenes, cuatro de monjas, numeroso
clero secular y diez Iglesias por parroquias, tres hospitales,
uno para niños expósitos, otro para peregrinos
y un tercero para enfermos tanto de la ciudad como forasteros.
La Catedral que tiene coro con órgano y cien
sillas, está dotada de 17 canónigos, Magistral,
Doctoral o Teologal, Vicarial, Penitenciario, tres sochantrías,
cuarenta capellanes, dotados todos con sus rentas, maestro
capilla, músicos, sacristán y otros clérigos
para el servicio de la Iglesia. El Deán usa mitra,
báculo pastoral y tiene territorio separado,
en el que ejerce
Tiene anexo un palacio contiguo a la misma Iglesia
Colegiata con puerta al claustro de ésta que
está destinado para suficiente y superabundante
habitación del Deán y es tan capaz que
se hospedó en él, con toda su comitiva
Felipe V.
Con motivo de fijar su residencia el Primer Obispo
es preciso acometer reformas importantes para acoger
en el Palacio toda la administración de la diócesis,
el séquito y los servidores, que en el censo
de 1786 figuran en número de 10 personas, desde
un joven tonsurado de 15 años hasta un capuchino
lego profeso de 54 años.
El primer Obispo de Tudela fue Don Francisco Ramón
de Larumbe, nombrado el año 1784, cuando tenía
46 años de edad. Había nacido en Lumbier
(Navarra) y había ejercido de Abad en Alfaro.
Ejerció su cargo en Tudela durante 13 años,
falleciendo en Pamplona el 1 de septiembre de 1796.
Apenas tenemos noticias de la evolución del
Palacio a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo
XIX en cuanto a obras se refiere . La escasa inversión
y atención que se presta al inmueble, contrasta
con la intensa actividad de la vida pastoral de sus
ocupantes. Desde 1783 se suceden cuatro Obispos que
acometen importantes reformas en la diócesis.
El primero fue Don Francisco Ramón de Larumbe.
Para su instalación en el Palacio Decanal se
hicieron las necesarias reformas, habida cuenta que
se precisaban más dependencias para instalar
tanto su propia residencia, la del personal a su servicio
y las destinadas al servicio pastoral del propio Tudela
y su diócesis.
En 1792 nuestro primer prelado propio, propuso acometer
una reforma del Plan Beneficial, muy controvertido y
polémico ya que, si bien los beneficios y medios
de los sacerdotes eran muy pingües y mal vivían
con mucha dificultad, se fusionarían en el futuro
y como consecuencia, se eliminan Iglesias, parroquias,
capellanías y beneficios. No pudo aplicarlo,
ya que fue aprobado diez años más tarde
por su sucesor.
Le sucede Don Simón de Casaviella, nacido en
Jaca que ocupó el palacio Decanal y la sede como
segundo Obispo de Tudela, desde 1797 a 1817. Le tocó
vivir en nuestra ciudad, la época difícil
de la ocupación francesa y acoger en su diócesis
a sacerdotes franceses.
Llevó a cabo en 1802 la reforma de parroquias
de la ciudad. Con anterioridad existían en la
ciudad 10 parroquias, sin contar la ya suprimida de
San Julián. En esta ocasión se suprimieron
las de San Jaime, San Juan, San Miguel, San Pedro, San
Salvador, La Trinidad. Quedaron reducidas a cuatro:
las de San Jaime se agregó a Santa María,
instalada en la propia Catedral; la de San Pedro y la
Trinidad se agregaron a la Magdalena; Las de San Salvador
y San Miguel, se agregaron a San Nicolás; y la
de San Juan se agregó a San Jorge .
La mayor parte de los edificios que ocupaban las parroquias
suprimidas, desaparecieron al aplicarse el nuevo plan
parroquial y se convirtieron en plazas y espacios urbanísticos
abiertos.
A comienzos del siglo XIX el entorno del palacio cambia
en su aspecto y configuración urbanística,
ya que en el año 1806 se derriba la Iglesia de
San Jaime. El espacio que ocupa se destina parcialmente
para construir casas, siguiendo un plan uniforme dispuesto
por el Ayuntamiento. El resto del solar se deja libre
para ampliar la antigua “plazuela” .
En la calle de la Merced, frente a la puerta de entrada
a la Iglesia del convento de San Nicasio (convento de
los Mercedarios), se derriba el teatro o Casa de las
Comedias, propiedad del Hospital de Nuestra Señora
de Gracia y se construyen otras casas nuevas destinadas
a viviendas.
Le sucede durante el corto espacio de un año
(1817-1818), Don Juan Ramón Santos de Larumbe
y Larrayoz, tercer Obispo de Tudela. Tras recibir la
Bula Papal de designación, permaneció
unos meses en Pamplona. Mientras, se hacían en
el Palacio las obras de adecuación necesarias
y se colocaba su emblema en los lugares acostumbrados,
como es el cielo raso de la sobre escalera.
El 7 de septiembre fue consagrado Obispo en la catedral
de Tudela, trasladándose de nuevo a Pamplona.
Regresa a Tudela en la noche del 11 de noviembre, yendo
directamente al Palacio episcopal o Decanal sin que
se le haga ningún recibimiento especial. A la
mañana siguiente, dice misa en el oratorio del
segundo piso del Palacio y es visitado particularmente
por los canónigo.
El cuarto y último Obispo de Tudela con residencia
en la ciudad fue Don Ramón de Azpeitia Saenz
de Santa María, natural de Torrecilla de Cameros
que ejerció como Obispo de Tudela entre los años
1819 a 1844. En la primavera del año 1819 se
hacen pequeñas reparaciones en el Palacio, se
desmonta y rehace el tejado de la habitación
que da hacia la calle de la Merced y se blanquea la
caja de la escalera principal. Murió en Viana,
mientras que un hermano suyo, Obispo de Cartagena y
Murcia, falleció en Tudela, dos años antes.
En tiempo de este cuarto Obispo se acomete una ampliación
del palacio, adquiriendo para ello, dos casas con fachada
a la plaza de San Jaime. Desde la erección del
obispado siempre se estimó la conveniencia de
esta ampliación como única forma de mejorar
y adecentar el Palacio, sumando algunas habitaciones
y cocinas que le son necesarias.
En abril de 1830 se propone de mutuo acuerdo una permuta
de una casa propia de la Mitra, en la calle de la muerte
que en su parte posterior da a la calle Fuente del Obispo,
por dos casas, una del marqués de San Adrián
y otra del conde González de Castejón,
situadas en la plaza de San Jaime, afrontantes una a
la otra y ambas con el palacio episcopal. Las razones
que se valoran por parte del Obispo Azpeitia son la
siguientes:
- La casa de la mitra en la calle de la muerte, además
de estar en ruina, tiene escaso valor porque está
situada en un callizo de mala situación y no
renta más que 18 ducados en moneda navarra.
- Las casas del Conde Castejón y Marqués
de San Adrián están situadas en la placeta
de san Jaime, la calle más principal, adosadas
una a otra y afrontantes ambas al Palacio Decanal. Dan
una renta de 73 ducados y pueden unirse al Palacio cuando
se desee y con poco coste.
- Complacer a dos personas merecedoras de toda consideración
que tan solo buscan adquirir la casa para repartirla
y lograr algún desahogo en las suyas.
La casa del Obispo en la calle de la muerte, la tasan
los técnicos en 13.692 reales y las casas del
marqués de San Adrián y la del Conde G.
de Castejón, en la plaza de San Jaime, en 6.656
Rs. y 4.895 Rs. respectivamente .
En el año 1831, el Obispo de Tudela, D. Ramón
Azpeitia y Saenz de Santa María, a propuesta
de los señores, Marqués de San Adrián
y Conde González de Castejón, por complacer
a dos personas tan recomendables vecinos de la ciudad
que no llevan otro objeto en hacerse con la casa que
el de repartírsela y unirla para lograr algún
desahogo en las suyas por estar en medio de ambas”,
estima la posibilidad de permutar una casa propiedad
de la Mitra en el callizo de la Muerte, por dos pequeñas
casas situadas en la Plazuela de San Jaime, lo que permitiría
ampliar el espacio del palacio.
La casa de la Mitra era antiguamente del Obispo de
Tarazona. Se extendía desde la calleja de la
Muerte hasta la fuente del Obispo a cuya casa pertenecía.
Delimitaba por un lado a la casa Marqués de Castejón
y por el otro a la casa del Marqués de San Adrián.
Estaba en estado ruinoso y lamentable y en 1821 José
Marzal y otros maestros tasaron sus fábricas
en 13.992 reales de plata.
La casa de González de Castejón situada
en la plazuela de San Jaime, la recibieron en herencia
D. Felipe y Dª Dolores Castejón, al fallecer
Dª Luisa de Veraiz en 1818 (tasada para el inventario
de bienes en 11.950 Rv., por los maestros de obras Ramón
y Antonio Arnedo, como consta en escritura testificada
por Fcº Paula Anchorena (perteneciente entonces
a la parroquia de Santa María). Hacía
esquina con la calle que entra al Palacio Episcopal
con quien afrontaba también en su parte posterior.
A la izquierda, afrontaba con casa del Marquesado de
San Adrián.
La Casa de San Adrián en la placeta de San Jaime,
había sido adquirida en 1808 al Marqués
de Montesa. En el año 1830 se valoró a
efectos de permuta, en 13.492 Rv.
El Palacio Episcopal amenazaba ruina por varias partes.
El Vicario General, D. Salvador José González,
en diciembre de 1832 encarga un informe acerca del estado
del Palacio y las reparaciones necesarias, a los maestros
albañiles Eustaquio Marzal y José Cavanillas.
En su informe, emitido el día 24 del mismo mes,
declaran que por ser el Palacio una obra tan vieja,
necesita un completo repaso, al menos para darle seguridad
y evitar que se desplome una parte notable de él,
como ya había sucedido con una pared interior
y el techo de una de sus habitaciones.
Consideran en su informe que es indispensable derribar
dos paredes grandes que dan a la calle -una de ellas
es la fachada principal- y hacerlas enteramente nuevas.
Asegurar con machones de piedra o ladrillo otras dos
exteriores; desmontar una gran parte de los tejados,
ya que algunos se encuentran apuntalados, y ponerles
maderas nuevas. Esas obras que consideran de primera
necesidad para quitar el peligro de ruina inmediata,
las valoran en veinte mil reales vellón.
El Obispado de Tudela era quizá el más
pequeño y más pobre de toda España.
Los libros de cuentas de rentas, deducidas las cargas
fijas, reflejan un producto líquido anual de
53.680 Rv. Para afrontar el montante de las obras necesarias
en el Palacio ha de pedir permiso para cargar sobre
la Mitra un censo de 20.000 Rv.
Entre tanto, en el mes de mayo 1831 comienzan a desmontar
las dos casas adquiridas por permuta y se levanta una
portalada que dé nueva entrada al palacio por
la plazuela de san Jaime con mayor comodidad de acceso
que por la calleja del Deán. El maestro de obras
Javier Garbayo reutiliza y adquiere la piedra de la
casa de Murgutio, encargando la obra a los maestros
canteros Severino Lasa y Bautista Arrebillaga.
Según compromiso suscrito en 16 de octubre,
el arco será de piedra cicuña del portillo
de Corella, tendrá de grueso una vara castellana
o tres pies, estará formado por dovelas de dos
pies de altura y no sobrepasarán de 19 piezas
y a cada lado se completan siete varas de sillares en
línea, y subiendo en altura hasta igualar con
la repisa que ha de tener un pié más que
la puerta y una imposta a cada lado.
En octubre de 1831, el maestro de obras Antonio Garbayo
y el regidor Sr. Marqués de Huarte giran visita
a la fábrica y obra que está construyendo
el Obispo Azpeitia en el Palacio Episcopal y toman los
puntos de planteo de la portalada. Señalan que
es preciso desmontar los empedrados de la calle que
baja a la Iglesia de la Merced, desde la esquina de
la antigua casa de Montesa hasta el guarda cantón
del jardín del Palacio Episcopal y volver a empedrar
en la forma que se determina en el informe. El Sr. Obispo
queda obligado a satisfacer el coste del buen arreglo
de la calle, dando salida a las aguas de la calle Rúa
con la mayor suavidad.
Sobre la portalada nueva y el patio se construye la
nueva habitación, con excusado. Se aprovecha
también para hacer algunas pequeñas reformas
o reparaciones. El pintor Juan Sagaseta pinta el solio
de su Ilustrísima, la alcoba y el cuarto inmediato
a la alcoba. La alcoba se pinta con cal y al solio le
da un color verde y sombra de Venecia.
En 1833, por Real permiso se toma a censo del Seminario
Conciliar mil duros sobre la mitra al 4% para afrontar
los costos de las obras . La obra consiste en hacer
una nueva habitación para Su Ilustrísima
hacia la plaza san Jaime, hacer una arco entre la cochera
nueva y el jardín, reparar las paredes antiguas
del Palacio. Primero se eleva la pared de la calleja
y en la ventana grande de la escalera se colocan tres
cristales grandes y plomo; se hace empedrado de la entrada
nueva, se lava y compone la tapia que circunda el jardín
Los temples para pintar balcones, ventanas y puertas
se compran en Lodosa, Tudela y Zaragoza. Las principales
puertas de esta nueva obra son en esencia, la principal
hacia la plaza, la interior del zaguán a la escalera
principal y la cochera nueva que está a la entrada.
La obra que se acomete a continuación, cuesta,
en albañilería, poco más de 7.000
reales. En ella entra además, blanqueo, pintura,
cristales para la fábrica nueva y la composición
necesaria en la obra antigua.
D. Ramón Mª de Azpeitia Saenz de Santa
María fue el 4º y último Obispo que
tuvo su residencia en el Palacio, entre los años
1819 y 1844. Murió en Viana, en el mes de julio
de ese año. Por el contrario, muere en el palacio
de Tudela, su hermano, Obispo de Cartagena y Murcia,
en el año 1842.
El Palacio Decanal desde 1850
hasta hoy.
Había entre el Cabildo Catedralicio un canónigo,
Cosme Marrodán y Rubio que había sido
nombrado Lectoral en 1834. El Obispo Azpeitia, gravemente
indispuesto, le nombra Gobernador eclesiástico
y el Cabildo lo eligió en 1844 Vicario Capitular.
Años más tarde, en 1857 fue preconizado
para Obispo de Tarazona y consagrado en Pamplona. Tomó
posesión de su sede en marzo de 1858. El Papa
dispuso que siguiese rigiendo la diócesis de
Tudela como administrador apostólico, cargo que
ejerció hasta su fallecimiento.
En 1852 se propone en Capítulo de la Catedral,
que el Sr. Gobernador eclesiástico de la Diócesis
pase a ocupar el Palacio Episcopal, de esa forma, el
día 13 de agosto, D. Joaquín Clemos entregaba
al Cabildo las llaves del palacio.
En 1857 el Deanado paga 120 Rv. por empedrar la calle
del Palacio cumplimentando requerimiento del Ayuntamiento.
El dos de marzo de 1858 el Cabildo determina que Don
Celedonio Oviedo debe ocupar el Palacio Episcopal cuando
traslade su domicilio el Ilmo. Sr. D. Cosme Marrodán
a Tarazona, para cuyo obispado ha sido nombrado. Se
traslada el 19 de marzo de ese mismo año, dejando
para el palacio de Tudela, el Solio y los retratos de
Carlos III y Pío VII.
En el año 1859, por acuerdo municipal, se requiere
al Deanado que proceda a la reparación de un
trozo de pared del palacio en el ángulo que vuelve
de la bajada de la plazuela de san Jaime a la calle
de los Lagos. Debe derruirse la parte superior y volver
a levantarse con solidez. .
En 1860 (20 mayo), el Ayuntamiento da orden de que
se pinten las fachadas de las casas, entre otras la
del palacio Decanal. Un mes mas tarde empieza a cumplimentarse
la orden, lavando con arena y pintando la fachada principal
del Palacio por mano del pintor José Bara, por
un montante de 480 Rv. También se blanquean las
tapias del corral y la puerta de la calleja del Deán,
utilizada antes como acceso principal, pasa a ser la
puerta de la cochera.
De la República a la
Monarquía
Memorablemente curioso el hecho acaecido al General
D. Francisco Serrano que visitó Tudela como Presidente
de la Nación. Llegó el Duque de la Torre
rodeado con todo el boato y pompa de su categoría,
con uniforme de General. Se le instaló como residencia
en el Palacio Decanal en los días inmediatos
al 27 de diciembre de 1874.
Aquí conoció el momento histórico
de cambio a la Restauración Borbónica
y que por tanto, había cesado como presidente
del Gobierno Republicano. Tudela y el Palacio Decanal
personificó un accidentado periodo de las Historia,
que tuvo como protagonista directo al General Serrano.
En pocas horas el cuadro político de la Nación
cambió y con él, la situación comprometida
respecto al tratamiento de la persona del Duque que
de manera noble y caballeresca se afanó el Ayuntamiento
en rendir toda clase de cortesías y atenciones
precisas. Continuó como huésped de la
ciudad y del Deán y permaneció en él
hasta el día 1 de enero.
El propio Alcalde, Angel Frauca, preparó la
salida discreta de la ciudad hacia el exilio, consiguiendo
previamente que un sastre de la localidad le confeccionase
de modo rápido un traje de paisano, ya que solamente
tenía uniformes de militar.
En 1872 se pinta el altar del Oratorio del Palacio y
la Imagen de la Purísima Concepción, tutelar
del Oratorio, por José Bace.
En 7 de octubre de 1879, el Ayuntamiento de la ciudad,
a la vista de un informe emitido por los veedores Manuel
Casamayor y Cayetano Castellano, requiere al encargado
del Palacio Episcopal, la urgente demolición
de la parte superior del cerramiento frente al costado
izquierdo de la plaza del mercado. Asimismo, consolidar
o derribar el edificio torreta o solanar, ya que causa
perjuicios tanto a transeúntes como a los vecinos
de enfrente, por estar muy deteriorado.
Como consecuencia de ello, entre los meses de octubre
y noviembre de ese mismo año de 1879 se derriba
el torreón declarado en ruina. Javier Marzal
atiende lo referente a albañilería, José
Sagaseta la carpintería y Faustino Berrueta,
la pintura. La demolición del torreón
y el acondicionamiento de la cubierta, costó
6.933 Rv.
Al año siguiente, siendo deán D. Juan
Sodornil Villafranca, continúan las obras de
acondicionamiento del Palacio. Se colocan tres rejas
en el jardín hacia los almacenes. Se reforma
la cocina, se hacen dentro del recinto dos alcobas,
se sustituye el pavimento de ladrillo deteriorado de
tres habitaciones, por otro de madera de Holanda. Hacia
el exterior, se coloca una nueva piedra quizalera en
la entrada principal del palacio. Se unen dos balcones
que dan a la fachada, para transformarlo en uno corrido.
Se reparan los balcones del jardín, colocando
plomo en sus cubiertas, se componen puertas interiores
y exteriores en caballerizas, se colocan esteras y se
cierra la comunicación al palacio. Se pinta el
altar e imagen del Oratorio. En esta ocasión
los artesanos que intervinieron fueron: Castellano en
albañilería, Vicente Sagaseta en carpintería
y Luis Butini en pintura. El pintor Luis Butini aplica
un colorido heterogéneo al palacio, tanto al
interior como a su exterior. Unas puertas, balcones
y ventanas de color porcelana; otros balcones, y ventanas,
por fuera, encarnadas al aceite y por dentro al barniz.
Los portalones de calle, jardín y bajada al claustro,
al aceite, las jambas de balcón, de amarillo.
El montante total de esas obras complementarias se eleva
a 12.307 Rv. . El deán Juan Sodornil permanece
como inquilino del Palacio y en él fallece el
9 de enero del año 1900, a los 63 años.
Tras el fallecimiento de Sodornil, el Palacio discurre
por una latente y amortiguada vida. Permaneció
vacío, sin uso aparente ni como residencia ni
como sede pastoral, a lo largo de todo el periodo de
la monarquía Borbónica. Tan solo permanece
en su entreplanta, el archivo Diocesano y en planta
baja y sótano de la calle Roso, una bodega y
cuadras alquiladas para diferentes usos. Aparece residiendo
en el año1935, una familia (Baztán) que
hará las funciones de conserje y que continúa
hasta la década del 60.
El Palacio recobra vida a partir de la primera apertura
cultural de la Dictadura franquista en 1955 que en Tudela
fue preconizada por un grupo de jóvenes sacerdotes
de savia renovadora y espíritu social inconformista,
cuya tarea pastoral orientada a los jóvenes,
fue apoyada por seglares comprometidos con la Iglesia
testimonial.
Bajo ese padrinazgo, ocupan las dependencias vacías
del Palacio, diferentes grupos juveniles ávidos
de formación y desarrollo, a partir de la Institución
Deportiva Muskaria que acuñó la sede con
el cariñoso sobrenombre de “El Tazón”,
como lugar de encuentro, formación y ocio. Junto
a él tenían cabida en el Palacio, otras
asociaciones como Acción Católica, en
sus diferentes variedades de JOC (Juventudes Obreras
Católicas), JEC, JIC (variantes juveniles orientadas
a estudiantes e independientes), Cursillos de Cristiandad,
Conferencias de San Vicente de Paul, etc.
Entre los años 1955 a 1968 vive el Palacio
una época de intensa actividad como lugar de
encuentro y formación de jóvenes, propiciando
actividades de teatro, cine-forum, música, baile,
conferencias, cursillos. El archivo Diocesano se traslada
al piso superior y la actividad juvenil se ve precisada
de una ampliación en la Plaza de los Fueros (Bar
Amaya).
En los años inmediatos, la intensa actividad
va languideciendo, aunque continúan desarrollando
su actividad, diferentes grupos juveniles con renovada
inquietud ideológica en la época de transición
democrática, a la vez que perviven el Cine-forum
y otras agrupaciones culturales y deportivas, entre
las que destaca el montañismo. Grupos formativos
parroquiales orientados a mujeres y amas de casa mantienen
su actividad, hasta que el proyecto de restauración
del edificio obliga a vaciar de contenido el edificio,
trasladando su actividad juvenil a locales facilitados
por el municipio, concentrados en Lestonnac u otros
centros Cívicos.
Julio R. Segura Moneo
Tudela 1 mayo 2000
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Segura Moneo, Julio R..- Casas Consistoriales
de Navarra. Pamplona 1988, pág. 257.
Protº Johan Pérez del Calvo, Año
1477 (20 abril), leg. 1472-1499, APT. Una primera copia
para el Deán se conserva en pergamino, Archivo
diocesano, sección pergaminos, fajo S.T.V., nº
2, Ver Apéndice nº 1.
Los cargos eclesiásticos más representativos,
además del Deán Don Pedro Ferriz, los
ocupaban: Pedro Egüés, canónigo;
Lope de Cunchillos, tesorero; Miguel Caritat, chantre
y Vicario general; Sancho de Larraga, Juan de Miranda,
Martín de Aybar, Eximino de Valladolid, Pedro
de Torralba, canónigos.
J. A. Fernández, en el manuscrito Los Deanes
de Tudela, fol. 47, lo identifica como D. Juan de Aragón
y de Navarra. Dibuja sus armas en un escudo partido,
donde aparecen en cada lado 4 cuarteles con las barras
aragonesas y las cadenas de Navarra partidas.
Don Vicente de la Fuente (España Sagrada, Tomo
50, pág.324) contradice a Fernández y
afirma que este D. Juan de Aragón es del título
de San Adrián, presbítero Cardenal, cuyas
armas son dos cuarteles y en otros dos partidos, las
cruces de Jerusalén y unos veros.
Le era permitido al deán, usar como atributos
de su elevado cargo, mitra, anillo, báculo, pectoral
y otras vestiduras pontificales; dar bendición
solemne. En lo civil gozaba de voto propio en las Cortes
Generales del reino.
Edificó en la Colegial la capilla de San Pedro
de la que fueron y son patronos los Marqueses de San
Adrián.
Sodornil atestigua que Obray es de Milán y
no francés como figura en otros libros. Ver:
P. Madrazo.- España y sus monumentos.- Navarra
y Logroño, Tomo III, pág. 368. J. A. Fernández:
Los Deanes de Tudela, pág. 57.
Actas Capitulares de 17 septiembre de 1515, A.C.T.
J. A. Fernández.- Los deanes de Tudela, fol.
50
Aparece esta descripción en escritura de arriendo
de ocho aposentos en las Casas del Deanado junto a la
Catedral, hecha por el Sr. Benito de Villaba como procurador
de D. Juan de Luna, deán de Tudela, al Dr. Martín
Miguel de Munárriz, por tiempo de dos años,
a razón de 13 ducados de oro viejo por año.
Tudela, a 10 de abril de 1559, Protº de Pedro Agramont,
1550, fol. 97-98, Tudela, APT.
Ibarra. Historia de Roncesvalles, pág. 398.
Este viaje fue ampliamente descrito por el archero
de su guardia, capitán Krohoc.
Actas Capitulares, 28 de enero 1611, Libro 1578-1616,
ACT.
Actas Capitulares, 19 abril 1619, Libro 1617-1629,
fol. 68 vº, ACT
Se hace constar que la fábrica de la Colegial
hereda los bienes del difunto deán Actas Capitulares,
año 1619, 19 abril, fol. 68 vº y 137, ACT.
Agramont Pº, 1624 (23-8), fajo 1º doc. sin
clasificar; Año 1636, fajo S, S. 14. :A.D.T
Actas Capitulares, 1643(10-7), Libro 1630- 1652, fol.
174, ACT; Act. Capit., 1667 (12-8), Libro 1652-1671,
fol. 211 vº a 222, ACT. Y Archivo Diocesano, fajo
E-G. 1.
Actas Capitulares, 23 abril 1674, leg. 1672-93, fol.
26 vº - 40vº, ACT.
En 3 noviembre de 1694, Protº Antonio González,
Tudela, APT.
Pedro Madrazo .- España, sus monumentos y artes.
Navarra y Logroño, Tomo III, pág. 380
También obras en el horno y Palacio de Murchante.
“Declaración de los reparos que necesita
hacer en el Palacio decanal de esta Ciudad, el del lugar
de Murchante, molino y horno del mismo lugar”.
Protº Manuel Lazcano, 1748, 5 de diciembre, APT.
Ver también, Protº Manuel Lazcano 1748.
Protº Benito Eslava y Pueyo, año 1757,
14 mayo, Tudela, APT; Informe del maestro de obras y
edificios Joseph Marzal y Xil, Protº Benito Eslava
y Pueyo, 1757. El deán muere en el Palacio en
ese mismo año.
Todos estos aspectos son detallados en el informe que
el embajador de España Sr. Grimaldi, presente
a S. S. Pío VI.y que recoge el Diario del Obispo
de 1808 a 1818, ADT.
El Palacio Episcopal está numerado con el 51
de la parroquia de Santa María. Figuran como
censados en él: el provisor D. Miguel Antº.
De Uriz, de 27 años de edad; M. Balestena, secretario
y presbítero, de 32 años; D. Martín
de Amileta, presbítero, fiscal, de 33 años;
D. Miguel Coll, tonsurado, de 18 años; D. Dionisio
Lopez, tonsurado, de 18 años; D. Josef de Egües,
tonsurado de 15 años; L. Barandiaran, curial
de 26 años; Fray Francisco Mendaza, capuchino
lego profeso, de 54 años; el hermano Martín
Osacain, donado capuchino de 46 años; Lorenzo
Iglesias, soltero, cochero, de 44 años. Censo
1786, casa nº 51, Parroquia Santa María.
Protº Manuel Arnedo y Ororbia, año 1786,
nº 99, fol. 251, Tudela, APT.
Con motivo de las obras de remodelación del
edificio en 1999 se limpió una columna en la
que apean los arcos que culmina la escalera principal
en la planta noble. El fuste apareció dorado
y en él, grabada la fecha de 1786, que corresponde
al año en que se ejecutó.
La nueva Iglesia de San Jorge llamado el Real, está
instalada, por Real Cédula de Carlos III del
año 1769, en la que fue Iglesia de los expulsos
Jesuitas, ya que la auténtica Iglesia de San
Jorge ubicada en la inmediata plaza del Mercadal, fue
derribada en 1771 dejando el solar para plaza.
El Doctoral D. Fcº Sanz, y D. Joaquín
Ruiz de Conejares, en las Reflexiones que hacen al Provisor
de la Diócesis D. Hilario Clemot sobre la unión
de la Iglesia de san Jaime proponen que el Cabildo pueda
demoler la Iglesia de san Jaime cuando se halle profanada
aprovechándose de las ruinas y edificar en los
vacíos espacios y en el cementerio y corral de
la casa Vicarial. Si no pareciese conveniente edificar,
podrían vender los despojos y ruinas.
El Ayuntamiento, con mejor criterio determinó
su propio plan, consistente, al igual que en otras parroquias
tudelanas desaparecidas, aprovechar el espacio procedente
de la demolición para ampliar la superficie de
la plaza.
Convenio de 22 abril 1830 suscrito entre Marqués
San Adrián y Conde González de Castejón
estableciendo la forma de repartir la casa de la Mitra,
sita en callizo de la Muerte. Aparece la firma de ambos.
Sección Tudela, fajos 1, 2, 3, 4, 5., AMSA.
Firman las tasaciones José Marzal, Ramón
Arnedo, Fcº Izaguirre, Javier Juste, Pº Castro
y Antonio Castellano, maestros albañiles, carpinteros,
cerrajeros, en 26 mayo de 1830. Sec. Tudela, fajos 1,2,3,4,5,
AMSA. Otra copia de la tasación se conserva en
ADT, Letra P, nº 22.
Ostentaba el título de Marqués de San
Adrián y de Castelfuerte, D. José Mª
Magallón y Armendáriz, Señor de
Monteagudo, Grande de España de 1ª clase
y Merino perpetuo de la Ciudad de Tudela y su Merindad.
El título de Conde González de Castejón
lo tenía Don. Fcº González de Castejón,
mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, Caballero
de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y Gentilhombre
de S.M.
La casa de la Mitra era antiguamente del Obispado
de Tarazona. A su muerte, mediante el Breve de erección
del obispado, tomó posesión de ella el
Ilmo. Sr. D. Ramón Larumbe, según escritura
ante el escribano Joaquín Urrutia en 1795.
Según expresa el propio Obispo, en escrito al
Nuncio de S.S. estaba “en el callizo que llaman
de la Muerte, un callizo de mala situación, que
no puede tener más destino que alquilarse y apenas
reditaba en alquiler 18 ducados” Expediente letra
P., nº 21, A.D.T.
En 1821 (1 febrero) los maestros José Marzal,
Antonio Arnedo, Javier Juste y Fcº Izaguirre, albañiles,
carpintero y cerrajero, tasaron la casa, incluido el
rafe, en 13.992 reales de plata.
En 26 de mayo de 1830 a petición del Sr. Obispo
vuelve a valorarse las tres casas objeto de la permuta.
La casa de la Mitra queda valorada en 27.584 Rv.; la
casa de San Adrián en la plaza de San Jaime,
contigua al Palacio Episcopal, en 13.292 Rv.; y la casa
de Castejón, contigua a la anterior, en 9.790
Rv., lo que supone al Sr. Obispo, hecha la permuta,
un saldo a su favor de 4.505 Rv. Para destinarlos a
realizar las obras necesarias para incorporar el espacio
de ambas casas al edificio del palacio Episcopal.
En 1818 (9 marzo) el notario Fcº Paula Anchorena
testifica la valoración de los bienes dejados
por Dª Luisa de Veraiz. La casa de referencia tasada
por los maestros Ramón y Antº Arnedo, está
valorada en 11.950Rv. Se había construido con
créditos censales a favor de la capellanía
de Juan Ibáñez y Mª Rodríguez,
cedida al Sr. Castejón que la compró para
permutarla, con un cargo de censo de 400 ducados a favor
del convento de San Francisco, según consta por
escritura de 1831 ante Geronimo Labastida.
La casa de San Adrián rentaba 33 Rv. Y la de
Castejón 40 Rv., y ambas 73 Rv. Frente a la de
la Mitra en la calleja de la muerte que rentaba 18 Rv.
La tasación de las casas está equilibrada.
La casa de San Adrián se valora en 13.492 Rv.,
la de Castejón en 11.950 Rv. por tanto ambas
25.442 Rv., frente a la casa de la Mitra que se valora
en 27.984 Rv..
Escritura de permuta de las casas citadas en Protº
Ramón Eslava, 1831, nº 37, Tudela, APT.
Hay copia en ADT y otra en AMSA
Protº de Juan Agustín Miranda, Notario
del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis
de Tudela, 1832.
En el derribo de la que será habitación
nueva de Su Ilustrísima el peón “La
Rosa” encontró una bandeja de plata antigua
y le gratificaron con 8 Rs. El coste del desmonte se
refleja en escritura ante Ramón Eslava en mayo
de 1831. Los detalles y cuentas de la fábrica
hecha en el Palacio Episcopal en 1831 están el
los fajos F,L,J –7, del A.D.T.
La primera hilada servirá de plinto y tendrá
de frente 5 palmos y al menos 3 de alto. Los restantes
tranqueros han de ser, la mitad de 3 palmos de frente
y el resto de 4 y su altura hasta completar 22 palmos,
cuando menos de un pié y medio. Tres canteros
tardan 9 días en labrar las cornisas y cinco
en labrar las dovelas. En el mes de octubre Severino
Lasa cobra 24 duros por 17 piezas para hacer el arco.
Y Antonio Garbayo, cobra en nombre de su hermano cobra
53 duros de mayordomo del Obispo, por la piedra labrada
para la portalada.
Memoriales de Policía Urbana. Expediente sobre
lista de canales que vierten aguas al caño subterráneo
de calle San Julián, año 1831, AMT.
La escritura se hace ante Ramón Eslava en 1834.
Tudela, APT
En los cuadernos de fábrica que se conservan
(Año 1833, L-I, nº 8, A.D.T.) están
consignados numerosos detalles curiosos de la obra como
la cuenta de 13.300 ladrillos que entran en la nueva
obra, 2.675 tejas; la composición de los colores
del tejado, del zócalo de la escalera (negro
y paredes encaladas); relación de productos de
droguería con sus precios; la instalación
de un excusado para S.I. en su nueva habitación;
colocación de 4 cristales grandes en el nuevo
balcón del cuarto, colocación de tres
cristales grandes y plomo en la ventana grande de la
escalera; ejecución del herrero del arco de medio
punto coronado con su arco pequeño. Hay planos
de la escalera y distribución del edificio, de
la disposición y replanteo del arco de la nueva
puerta, nuestras de pintura de las habitaciones
Actas Capitulares, año 1852, fol. 206 vº,
A.C.T.
Traslado del acuerdo de 28 enero de 1859, por D. Nicolás
Falces, secretario.
Cuadernillo de Cuentas del Deanado, años 1858-60,
fol. 57, A.D.T.
José Ramón García, administrador
de la mitra, detalla las cuentas de lo trabajado en
el palacio Episcopal desde el 10 de octubre a 1 de diciembre
de 1879, en derribar el torreón declarado en
ruina por orden del Ayuntamiento. La factura del maestro
albañil Javier Marzal se eleva a 5.955 Rv., la
factura del carpintero José Sagaseta 662 Rv.
y el pintor Faustino Berrueta, por pintar el rafe de
la torreta por las tres caras, de color avellana, 68
Rv. Cuentas del Administrador de la Mitra, años
1872 a 1880.
Cuaderno de Administración de bienes de la
Mitra de Tudela. Justificantes del estado de cuentas
a contar desde 2 de diciembre de 1880, ADT.
En el censo padrón de 1897, sec. 11 de Santa
María, figura como residente en el Palacio y
con él su sobrina Feliciana Sodornil y Bárbara
Lasala como sirvienta. Sodornil hizo testamento ante
el notario de Tudela, Justino Oliver.
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