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Por Julio Ramón Segura Moneo
Se denomina así, por haber sido adquirido, construido y habitado por el Deán, Decano del Cabildo de la Colegiata de Santa María de Tudela, elevada a Catedral en 1783. Desde ese año se conoció como Palacio Episcopal, ya que fue la sede de los Obispos de Tudela hasta el año 1844 en que murió el 4º y último Obispo con sede en Tudela, Don Ramón María de Azpeitia. Popularmente, ha sido conocido siempre bajo la denominación de Palacio Decanal.

El solar sobre el que se levanta está delimitado por las calles: Verjas, Roso –antes calleja del deán -, plaza de San Jaime y por la crujía del lado oeste del claustro de la Catedral, con el que se comunica desde el interior.

El Palacio tiene tres accesos desde el exterior: por Calle Roso, que fue el principal y único hasta el año 1831; por Plaza de San Jaime, cuyo acceso ha sido utilizado como principal desde 1831 hasta la presente década. La plaza actual era en sus orígenes mucho más pequeña, ya que estuvo ocupada en su mayor parte, por la Iglesia de Santiago (San Jaime) derribada en el año 1807 y por unos bagos que se eliminan hacia el año 1500 para dar más amplitud a la pequeña plazoleta; otro tercer acceso por la actual calle Verjas, debajo de la torre del palacio, de la que apenas quedan unos vestigios de decoración mudéjar debajo del actual alero.


Entorno urbanístico en el siglo XV

A finales del siglo XV, el solar adquirido para construir la residencia del Deán está instalado en la zona más céntrica y de mayor importancia de la ciudad. Las calles inmediatas, Plaza de Santa María, Rúa, Placeta de San Jaime, estaban ocupadas por las familias nobles e influyentes de la ciudad, como Pierres de Peralta, Beraiz, Cabañas, etc., y en las que habían convertido las estrechas e incómodas casas medievales, en palacetes con salas espaciosas y amplias fachadas.

Formando un ángulo recto con la prolongación del muro de la Puerta del Juicio de la Catedral (llamada también La Pintada), estaba la puerta principal del palacio Decanal, flanqueada, a su izquierda por la torre de la Catedral, arruinada en 1676 y por la derecha con la calleja del Deán.

La estrecha calleja del Deán, donde estaba el acceso principal al Palacio (hoy Roso), accedía a una pequeña plaza, verdadero centro neurálgico de la ciudad. En ella estaba situada la Iglesia parroquial de Santiago o San Jaime, con su correspondiente Casa de la Vicaría y, a sus espaldas, el convento de San Nicasio con su Iglesia, fundación de frailes Mercedarios.

El otro frente de la plaza, lo ocupaban probablemente unas casas que en su parte posterior colindaban con el Palacio Decanal. Estas casas, fueron del Marqués de Montesa y de la familia Veraiz y pasaron en el siglo XVIII, a ser propiedad del Marqués de San Adrián y del Conde González de Castejón respectivamente, siendo ambas objeto de permuta en 1830 para ampliación del palacio Episcopal.

A la plaza confluían, desde el Barrio de San Julián (antes Judería Vetula o antigua Judería) la calle o Barrio de la Merced. Desde la puerta de Albazares (hoy esquina de Plaza Nueva y calle Muro), el barrio o calle de la Concarera. Desde las Carnicerías, discurría una importante vía, la Rúa, que comunicaba con la Iglesia de San Nicolás y con la calle del Puente hacia el Camino Real de Pamplona a Zaragoza.

El lado izquierdo de la bajada al Barrio de la Merced lo ocupaba en su mayor parte el jardín del palacio, que se prolongaba hasta cerrarse con una verja en la pared lindante con la crujía sur del claustro y a continuación los solares donde más tarde se situaría el teatro propiedad del Hospital de Nuestra Señora de Gracia. El lado derecho lo ocupaba el lateral de la Iglesia de San Jaime, la casa o palacete del Comendador de la Merced, la Iglesia y el Convento de los Mercedarios.


Orígenes y adquisición del inmueble

El solar sobre el que se levanta ocupa un total de 836 m/2. De ellos, 479 m/2 corresponden al solar que ocupa el edificio gótico; 116 m/2 el edificio moderno; 13 m/2 la capilla exenta y 228 m/2 el patio. Está delimitado por la calle Roso –antes Calleja del Deán -, Plaza de San Jaime, calle Verjas, y crujía del lado oeste del claustro de la Catedral.

En este espacio, anexo al claustro de la Colegiata, tuvo lugar el primer Concejo el municipio de Tudela. Hay constancia de ello al menos desde 1268, año en que los jurados se reunían para tomar sus acuerdos. En 1330, con motivo de reformar el Fuero de Sobrarbe, se reúne el Concejo en los claustros de la Iglesia Mayor de Santa María de Tudela, según acostumbrado es.

Conocemos que el municipio hace unas piezas, salas o “cambras que son obradas, edificadas et fechas para el servicio, plegas y concellos de la dicha ciudad sobre la dicha claustra,…que afrentan con la dicha Iglesia y con guerto de aquella y claustra que es abajo y con casas del deanado, francas et quitas sin cargo alguno”. Estas mismas cambras son las que el municipio vende en 1477 a favor del Deán de Tudela, en la persona de Don Pedro Ferriz, Cardenal y Obispo de Tarazona y por comanda, Deán de Tudela, “para el dicho deanado y deanes de Tudela que después serán a perpetuo” . Con el fin de obtener el dinero suficiente para comprar la casa a la ciudad, el Deanado de Tudela vende unas casas que tenía en Olite, por precio de 100 florines de moneda Navarra.

La venta se realiza en concejo abierto, presidido por el alcalde de la ciudad don Martín de Mur, el Justicia don Juan de Eza y los jurados Pedro Magallón, Gaspar de Santa Cruz, Martín Guerrero y Pedro el Cuende.

Al concejo asisten más de 40 vecinos cuyos nombres recoge Johan Pérez del Calvo, notario y secretario del municipio, en el acta de la sesión que redacta y en la que comparecen como testigos los canónigos Miguel Caritat, chantre y Pedro Egüés, canónigo de Santa María. En nombre del Obispo y como procurador figura Don Juan Sanz de Berrozpe, Tesorero de Navarra y administrador del Deanado, quien satisface al municipio los 1.800 sueldos, dineros jaqueses de Aragón.

El palacio debió ocuparse muy pronto como vivienda del deán, tras unas primeras obras de adecuación, porque en los primeros días de 1479 estuvo viviendo en él Dª Leonor, hija del Rey Juan II. Residiendo en el palacio fue convertida en reina de Navarra y en el mismo palacio falleció pocos días después, el día 12 de febrero. Fue ejecutor testamentario de la reina, juez de finanzas y mayordomo, el tudelano Don Juan Pérez de Veraiz, a quien acompañaba como séquito.

El deán Don Pedro Ferriz había fallecido en septiembre de 1478. El cargo no se cubrió de inmediato sino que permaneció vacante. En marzo de 1482 es designado deán, Don Juan de Aragón, que residía a la sazón en Roma.


El Palacio Decanal en el siglo XVI.
Primera reforma constructiva del Palacio.

El periodo del deanado se muestra en su plenitud a comienzos del siglo XV, por las atribuciones que llega a adquirir hacia 1510, cuando ocupaba el cargo de Deán, Don Pedro Villalón de Cálcena, quien por la amistad personal con los Papas Adriano VI y Julio II, consigue completar prerrogativas y preeminencias, elevando al deán, en lo eclesiástico, a figura relevante, teniéndole en el contorno por prelado, ejerciendo una poderosa jurisdicción y llegando a conferir órdenes menores.

En su Iglesia no reconocía mayor autoridad sobre él, más que la de Roma, y relegaba a segundo término la del Obispo de Tarazona, con quien entabló continuos pleitos durante muchos años. La Iglesia Tudelana era directamente dependiente de Roma y de allí se proveía su deanato, sin intervención de la autoridad Real.

La primera reforma importante del inmueble, para adaptarlo a vivienda confortable del Deán se realiza en los primeros años del siglo XVI, siendo Deán Don Pedro Villalón de Calcena, que costeó una parte importante de las obras. Fue nombrado Prelado de esta Colegial siendo Deán de Calatayud, Arcediano de Tarazona y Camarero del papa Julio II, de quien fue a su vez, su notario Apostólico y familiar. Si bien fue nombrado en 1507, no tomó posesión del cargo hasta el 12 de junio de 1511.

A partir de esta fecha, presumiblemente, dan comienzo las obras de reforma del Palacio que pudieron ser diseñadas y dirigidas por Esteban de Obray, escultor y entallador que en 1519 construía el coro de la Colegiata al estilo plateresco del momento.

En 1515 el Cabildo autoriza al Deán a adornar su casa junto al jardín y poner una galería sobre el claustro, con andador, con tal que el claustro no reciba daños de aguas. Esta galería, así como otras dependencias construidas más tarde en la crujía del sobreclaustro adosado a la nave de la Colegiata hasta la capilla de Espíritu Santo, fueron demolidas en la restauración del claustro, acometida a partir de 1940

Prisión del Canónigo Alvarez de Urroz por sustituir los emblemas reales por otros del Deán Villalón.

El deán D. Pedro Villalón, nacido en la villa aragonesa de Cálcena, llegó a alcanzar en la curia de Roma, los cargos de camarero pontificio, protonotario apostólico y familiar del Papa Julio II. Le nombra deán de Tudela en 1507, si bien no toma posesión hasta 1511, en clara oposición a los intereses de los Reyes de Navarra que propugnaban el nombramiento de D. Pedro Peralta.

En enero de 1509, un suceso alteró los ánimos de la ciudad y del Cabildo. El canónigo tudelano D. Gonzalo Alvarez de Urroz había mandado quitar de la silla del coro, del palacio del deán y de otros lugares, los escudos con las armas reales y sustituirlos por los emblemas propios de Villalón.

Enterados los reyes consideraron la acción como delito de lesa majestad y ordenaron al merino de la ribera D. García de Aybar, que ocupasen los bienes del canónigo y que fuese desterrado, apresado y llevado a la capital para ser juzgado.


Villalón, figura controvertida

Villalón vivió en el palacio, la mayor parte de los 27 años que duró su deanado, hasta su fallecimiento acaecido en 1538. Es cierto que fue polémico en su hacer y en sus manifestaciones y muy controvertido en la valoración de los diferentes autores que lo han estudiado.

Para Madrazo, es un hombre de boato y más mundano que dado a la vida espiritual, imbuido en las ideas de grandeza y fastuosidad del siglo del renacimiento que tan perfectamente personifican Alejandro VI, Julio II, León X, llegando su engreimiento hasta el extremo de negar la presidencia en el coro al Obispo de Tarazona, a quien quería obligar a que se sentase en paraje inferior a su silla como mero canónigo.

Juan Antonio Fernández señala su amistad con Julio II y destaca a Villalón como el más ilustre de sus deanes, que llevó su dignidad al mayor grado de esplendor.

Para el Obispo Díaz Bravo, coetáneo en el siglo XVIII con Fernández, …si Dios le hubiera conservado algunos años más de su vida, hubiera dado tanto esplendor a su Iglesia cuanto cabe en la que más tiene de su jerarquía. Valora su pérdida de la siguiente manera: Lloraron su muerte los pobres, porque perdieron su protector y padre; la lloraron los eclesiásticos porque perdieron y se apagó la luz de su magisterio; lloráronle los nobles, porque les faltó el prototipo de las operaciones ilustres; lloróla, en fin, todo el pueblo, porque perdió en su persona un sujeto que era digno de la tiara.


El Palacio Decanal en el siglo XVI.

Por documentos diversos, conocemos cómo era el palacio en esos años. El acceso principal estaba junto a la antigua torre de la catedral, en la calleja del Deán, hoy calle Roso. Su entrada, mediante un portón centrado con la calle que va a la Puerta del Juicio de la Catedral, amplio y bien conformado por un arco de medio punto en ladrillo encebollado al igual que toda la fachada. Sobre el portón, un amplio, elegante y bien proporcionado ventanal con adornos platerescos, pilastras de relieve, friso y antepecho y un gran escudo de alabastro encerrado en una laúrea, con las armas del Papa Julio II y del deán Villalón.


El escudo, tiene en la parte superior la tiara pontificia y unas llaves cruzadas. Más abajo, un escudete con un árbol arrancado. Al pie de este blasón, otros escudos pequeños pareados con dos estrellas en campo rojo, separadas por una banda de oro. Rodea al escudo una guirnalda de laurel y unos angelotes cierran los cuatro ángulos. A la corona se ciñe la divisa que tiene una leyenda actualmente ilegible.

La tiara y el árbol arrancado del primer escudo son armas del Papa Julio II, cuyo nombre era Julián de la Rovére y de ahí procede el árbol de roble que muestra su escudo -distribuido a los lados del tronco, aparece grabado el nombre de Julii II-. Los escudos pareados que hay al pie, son los blasones de D. Pedro Villalón, deán de Tudela.

Entrando al zaguán por un suelo empedrado, hay una puerta a mano izquierda con arco de medio punto, en piedra, que comunica con el claustro de la Colegiata. Al fondo se encuentran los accesos a las caballerizas, gallinero y bodegas. En el lado derecho se inicia el arranque de la escalera principal que sube a la planta noble y superiores.

Subiendo la escalera, al suelo de la planta principal, se encuentra en primer lugar, un corredor y una cocina. La sala principal está dividida en tres cámaras; dos de ellas se sitúan al mismo suelo y a la tercera se accede mediante una escalerilla más alta. Los artesones están tallados y pintados y así permanecieron hasta comienzos del siglo XX. Al fondo, una preciosa capilla y el frontal de su pequeño altar, se adorna con azulejos renacentistas. En la parte superior de las jambas, a ambos lados de la puerta de entrada hay dos escudos. Uno de ellos es de Villalón y el segundo de los Urries que sucedió a Villalón en el deanado, en 1538 . En los entresuelos bajos, al suelo de los corredores hay otra sala y dos cámaras dentro de ella.

Subiendo a los aposentos de arriba hay cuatro cámaras. Las dos primeras se encuentran subiendo la escalera, a mano derecha. Hay otra cámara frontera a la escalera y otra, a la entrada del granero alto que está sobre los entre suelos.


Visitas y acontecimientos en palacio decanal en los siglos XV y XVI

Apenas adquirido el Palacio para vivienda del Deán, como decano del Cabildo, se suceden acontecimientos memorables que perdurarán en el recuerdo de los tudelanos.

El primer acontecimiento se traduce durante la estancia en Tudela de Leonor, hija de Juan II de Aragón y de Blanca, reina de Navarra, en enero de 1479 y que ejercía el gobierno en Navarra en ausencia de su padre. Tenía su residencia en el Palacio Decanal, cuando conoció la noticia de la muerte de Don Juan, ocurrida en Barcelona el día 19 de enero.

De inmediato se convocaron las Cortes, que se organizaron y celebraron en Tudela. En ellas, fue jurada y coronada Leonor como reina de Navarra, el 28 de enero. A los pocos días enfermó y murió en el Palacio decanal de Tudela, el día 12 de febrero.

En el año 1522 viviendo en el palacio el deán Villalón, se hospedó como huesped el Papa Adriano VI, celebrando misa en el oratorio.

El rey Felipe II se hospedó dos veces en el Palacio. La primera en de agosto de 1551 adornándose las entancias con el mayor decoro y riqueza que el municipio pudo. Por la noche hubo luminarias, fuegos de artificio y al día siguiente, juró los Fueros y reunió a las Cortes en la Catedral, presidiéndolas desde un gran estrado colocado en el crucero de la Iglesia, junto a la plaza de la verdura. La segunda, en 1592, con sus hijos, de paso a Tarazona, donde convocó a las Cortes.


El Palacio Decanal en los siglos XVII y XVIII

A lo largo de estas dos centurias el palacio va sufriendo las reparaciones necesarias por acusar la huella de los años así como las adaptaciones, en orden al criterio y necesidades de sus propios inquilinos. Las más importantes se refieren a las zonas de los sobreclaustros, tanto en el lienzo que corre a lo largo del palacio donde se había construido una galería, como el adosado al muro de la Iglesia y que llega hasta la capilla del Espíritu Santo. En él se abren tribunas hacia la nave, y se comunica con escalera al suelo de la Iglesia. Por ser muy numerosas, señalaremos tan solo las que dejaron huella permanente en el edificio.

En la primera mitad del siglo XVII, el Cabildo autoriza al deán para hacer un balcón en la parte que sale desde el caxal sobre el coro. De igual manera, autoriza también al deán Don Antonio Cuéllar a colocar una celosía en la ventana que hay encima de la puerta de entrada al claustro, frente a la capilla de San José.

Este deán fallece en Madrid en 1624 y sus restos se trasladan desde la Iglesia de San Miguel de Madrid hasta Tudela, para enterrarlos en el coro, en la sepultura de los deanes y sus bienes los hereda la propia Catedral para sus obras. .

No debían estar muy saneadas las arcas del Palacio porque en ese año, el maestro albañil de Tudela Francisco Sanz reclama el dinero que se le debe por las obras que había hecho, entre otras: un cuarto en el Palacio sobre el paso por donde se entra al Espíritu Santo, el paso al caracol para bajar a la Iglesia Colegial, el pozo. También se procede a la declaración de no estar obligados los deanes de Tudela a reparar la parte del claustro que toca a su palacio .

En el año 1643 el Cabildo autoriza al deán D. Gil de Echauri para colocar un balcón encima de la puerta del claustro que da a la Iglesia. Años más tarde, se autoriza también al deán D. Basilio Camargo para que pueda abrir cuatro ventanas desde su palacio al claustro, poniendo rejas en ella .

A veces, las relaciones entre Deán y Cabildo no son muy cordiales respecto al palacio como vivienda, considerando los canónigos que el deán adquiere excesivas cotas de poder y control o que usa de la Catedral a su capricho y comodidad. Se suceden con relativa frecuencia, protestas por el fácil acceso del Deán desde el palacio a la Iglesia y por el exagerado control o vigilancia que ejerce sobre los canónigos, que afecta a su libertad de acción, en los claustros y en la Iglesia.

Esa es la razón que, como ejemplo ilustrativo, lleva al Cabildo en 1672 a ordenar que se cierren las tribunas de los deanes que dan a la Iglesia, si bien en otro momento lo autoriza .


El Deán huye de su Palacio por los tejados

En 1654, el Palacio Decanal y su deán sufrieron graves ataques por parte de los ciudadanos, muy enfadados por la publicación de una ley de caza y pesca aprobada por las Cortes, de las que formaba parte el deán de Tudela y que lesionaba los derechos que ejercían desde la concesión de los fueros de Sobrarbe por Alfonso el Batallador.

Su publicación provocó en Tudela un motín ya que, entre otros motivos, además de cometer diversos contrafueros, llamaba villanos a los labradores, apelativo que los ciudadanos consideraron una afrenta intolerable.

La irritación llegó a tal extremo que acudieron los vecinos a la casa del alcalde Don Juan Castillo y Cabanillas, amenazándole de muerte por consentir tal contrafuero. Después, más de 400 vecinos se dirigieron a las 10 de la noche del mismo día 7 de septiembre al palacio del deán D. Gil de Echauri y Zárate, con el mismo ánimo exaltado. Llamaron insistentemente para ser recibidos por el Deán. Como no obtuvieran respuesta, rompieron con violencia las puertas del palacio y recorrieron el edificio buscando al deán, dispuestos a matarlo. Al no poder encontrarlo, destruyeron todos los objetos, joyas, cuadros y muebles, no dejando en uso, camas ni bancos.
El deán, con ayuda pudo salvar su vida huyendo por los tejados, descolgándose por una lucerna a la Catedral y huir de la ciudad, refugiándose en una aldea.


Es frecuente que el patrimonio del Palacio (Deanado) se incremente con los bienes cedidos en testamento por los Deanes. Son también frecuentes, los testamentos ológrafos y en ocasiones, como el deán Alvarez de Montenegro ab intestato . Se hizo inventario de todos los bienes existentes y reseñados en el Palacio, entre ellos un cuadro del Padre confesor Montenegro, un coche de caballos con sus aderezos y un cuadro de San Jerónimo en el oratorio.

El deán D. Jerónimo Laplaza y Zarauz, entre las muchas y variadas obras que hizo, acometió en 1717 la restauración del Palacio que estaba ruinoso y reparó los dos lienzos del claustro sobre los que está fundado. Veinte años más tarde, hay una declaración de José Marzal y Simón de Eguaras sobre reparos en el palacio decanal de Tudela, encargada por el Dr. Don Francisco Navarro, deán y prelado de la ciudad, para que pueda ser habitado dignamente. En ella se justifica la necesidad de varias obras de mantenimiento y de adecuación, como reparar tejados, desván, paredes y suelo de cárcel y la escala que accede a ella, recalzar la pared del jardín que se corresponde con las caballerizas, suelos, puertas y cocinas.

Fallecido el deán y prelado D. Martín de Baldemoros, vuelve a encargarse en el año 1757, otra valoración y reparación de todo lo necesario al maestro Joseph Marzal y Gil, completando en esta ocasión otras obras en el oratorio, escaleras que bajan a la cocina, zaboyar las juntas de los enladrillados de la habitación principal que se corresponde con el costado de la Iglesia, recalzar las paredes de la sala de la audiencia, recalzar el rincón de pared que hay en el jardín debajo del oratorio, componer los pasamanos de la escalera que sube a la cárcel, componer las gradas de la escalera principal, .


Visitas y acontecimientos en el Palacio Decanal en los siglos XVII y XVIII.

En el año 1646 el rey Felipe IV visitó Tudela, residiendo en el Palacio Decanal, adornado con el mayor lujo posible. Tal visita y sus preparativos desbordó las posibilidades económicas de la ciudad que tuvo que tomar a censo 2.500 ducados para hacer frente a los gastos.

Preparó muy variados actos, tanto para festejar la estancia de su rey como para divertirlo. A lo largo de su estancia se sucedieron, fuegos de artificio, luminarias, toros ensogados, unos con hubillo de fuego, otros con albarda.

Coincidió su estancia con la celebración de la festividad del Corpus, asistiendo el Rey a los Oficios de la Catedral y a la procesión que discurrió a continuación por diversas calles de la ciudad.

Destaca sobre manera la visita realizada a Tudela por el Rey Felipe V con su esposa Isabel de Farnesio y el Príncipe Luis en junio de 1719, con motivo de la entrada en navarra de las tropas francesas. Permanecieron en Tudela varios días y se hospedaron en el palacio Decanal, que la ciudad adornó con sumo esmero. Los accesos y cercanías del Palacio Decanal estaban concurridos de continuo vitoreando a la familia real y siguiéndoles de cerca cada vez que salían del Palacio, aunque solo fuese a pasear al campo.

Una de las diversiones con que animaron los tudelanos la estancia de sus Reyes fue la de llenar de caza la Mejana –en esa época era un verdadero soto- y en ella se distraían ambos esposos ante la mirada complacida de sus súbditos que observan todo desde los montes cercanos.

Coincidió su estancia en Tudela, al igual que ocurrió a Felipe IV, con la celebración de la festividad del Corpus, asistiendo los Reyes a los Oficios religiosos organizados en la Colegiata y a la procesión que recorrió la ciudad, como era tradición.

Pasados unos días, el rey partió a Irún para avistar su ejército y dejó en el Palacio Decanal a su hijo, enfermo de viruelas. El Deán y la ciudad de Tudela se encargaron de su atención y cuidado hasta el regreso de sus padres.

Veinte años más tarde, visitó Tudela María Luisa de Borbón, viuda de Carlos II, con su correspondiente séquito, residiendo en el Palacio Decanal. Como era tradición en tales casos, las familias tudelanas aportaron los objetos y muebles necesarios para que el Deán pudiese atender con dignidad la Ilustre visita. Trasladaron tapices, camas, armarios, desde las casas de las familias más principales.

El municipio organizó numerosos festejos dedicados a la Reina. Celebró corridas de toros que María Luisa presenció en la recién estrenada Plaza Nueva, desde un tablado adornado de tapices.


El Palacio Decanal se convierte en Episcopal, como residencia
de cuatro Obispos de Tudela.


El Papa Pío VI, accede a las instancias del Consejo y Real Cámara y crea en el año 1783 el Obispado de Tudela. El Conde de Campomanes prestó especial atención al expediente para erigir en Catedral la Colegiata, a cuyo reconocimiento y gratitud obedece el retrato que se colocó en la sacristía.

El primer Obispo de Tudela, Don Francisco Ramón de Larumbe, natural de Lumbier, fue consagrado en las Salesas Reales de Madrid e hizo su entrada solemne en la ciudad y en su Palacio, el 10 de noviembre de 1784. Hizo un Plan de arreglo Parroquial y Beneficial de la Diócesis. Falleció en Pamplona en 1796, trasladándose su cuerpo a Tudela, para ser enterrado en el coro de la Catedral, al lado del Deán Villalón. Su retrato, obra del pintor cascantino Diego Diaz del Valle, se halla en la sacristía mayor de la Iglesia Catedral.

Le sucede Don Simón de Casaviella, natural de Jaca. Residió igualmente en el Palacio Decanal. Asistió a las Cortes de Navarra de 1801. Llevó a cabo la ejecución del Plan Parroquial elaborado por su antecesor, cerrando así varias parroquias. Le tocó vivir la difícil situación de la invasión francesa. Su intervención a favor de las personas y vidas de muchos tudelanos fue memorable y heroica, consiguiendo permutar la orden de degollar a la población, dada por el general francés, por dos horas de saqueo en la ciudad. Falleció en Tudela en 1816 y fue enterrado en el coro de la Catedral.

Le sucedió Don Juán Ramón Santos de Larumbe que apenas ocupó el cargo 7 meses. Le sucedió el 4º y último Obispo que ha tenido la ciudad, Don Ramón María Azpeitia, último prelado que también residió en el Palacio Decanal, entre los años 1819 a 1844. Fundó el seminario Conciliar y fue Director de la sociedad tudelana de Amigos del País.

Por el Concordato de 1851 desapareció el Obispado de Tudela y la Catedral quedó nuevamente reducida a su antigua condición de Colegiata. A partir de esa fecha, los inquilinos del Palacio volvieron a ser los Deanes.


El Palacio, sede de Obispos de Tudela

En 1783, atendiendo la exposición del embajador de España, Duque de Grimaldi, el Papa Pío VI expide una Bula, por la que eleva la Colegiata a rango de Catedral, creando a su vez el Obispado. La nueva Diócesis tiene en total 12.000 habitantes, sumados entre la ciudad de Tudela y otros siete pueblos o lugares como son Ablitas, Murchante, Fontellas, Ribaforada, Urzante, Pedriz y Murillo de las Limas.

La ciudad de Tudela estaba dotada de ocho conventos de diferentes órdenes, cuatro de monjas, numeroso clero secular y diez Iglesias por parroquias, tres hospitales, uno para niños expósitos, otro para peregrinos y un tercero para enfermos tanto de la ciudad como forasteros. La Catedral que tiene coro con órgano y cien sillas, está dotada de 17 canónigos, Magistral, Doctoral o Teologal, Vicarial, Penitenciario, tres sochantrías, cuarenta capellanes, dotados todos con sus rentas, maestro capilla, músicos, sacristán y otros clérigos para el servicio de la Iglesia. El Deán usa mitra, báculo pastoral y tiene territorio separado, en el que ejerce

Tiene anexo un palacio contiguo a la misma Iglesia Colegiata con puerta al claustro de ésta que está destinado para suficiente y superabundante habitación del Deán y es tan capaz que se hospedó en él, con toda su comitiva Felipe V.

Con motivo de fijar su residencia el Primer Obispo es preciso acometer reformas importantes para acoger en el Palacio toda la administración de la diócesis, el séquito y los servidores, que en el censo de 1786 figuran en número de 10 personas, desde un joven tonsurado de 15 años hasta un capuchino lego profeso de 54 años.

El primer Obispo de Tudela fue Don Francisco Ramón de Larumbe, nombrado el año 1784, cuando tenía 46 años de edad. Había nacido en Lumbier (Navarra) y había ejercido de Abad en Alfaro. Ejerció su cargo en Tudela durante 13 años, falleciendo en Pamplona el 1 de septiembre de 1796.

Apenas tenemos noticias de la evolución del Palacio a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX en cuanto a obras se refiere . La escasa inversión y atención que se presta al inmueble, contrasta con la intensa actividad de la vida pastoral de sus ocupantes. Desde 1783 se suceden cuatro Obispos que acometen importantes reformas en la diócesis. El primero fue Don Francisco Ramón de Larumbe.

Para su instalación en el Palacio Decanal se hicieron las necesarias reformas, habida cuenta que se precisaban más dependencias para instalar tanto su propia residencia, la del personal a su servicio y las destinadas al servicio pastoral del propio Tudela y su diócesis.

En 1792 nuestro primer prelado propio, propuso acometer una reforma del Plan Beneficial, muy controvertido y polémico ya que, si bien los beneficios y medios de los sacerdotes eran muy pingües y mal vivían con mucha dificultad, se fusionarían en el futuro y como consecuencia, se eliminan Iglesias, parroquias, capellanías y beneficios. No pudo aplicarlo, ya que fue aprobado diez años más tarde por su sucesor.

Le sucede Don Simón de Casaviella, nacido en Jaca que ocupó el palacio Decanal y la sede como segundo Obispo de Tudela, desde 1797 a 1817. Le tocó vivir en nuestra ciudad, la época difícil de la ocupación francesa y acoger en su diócesis a sacerdotes franceses.

Llevó a cabo en 1802 la reforma de parroquias de la ciudad. Con anterioridad existían en la ciudad 10 parroquias, sin contar la ya suprimida de San Julián. En esta ocasión se suprimieron las de San Jaime, San Juan, San Miguel, San Pedro, San Salvador, La Trinidad. Quedaron reducidas a cuatro: las de San Jaime se agregó a Santa María, instalada en la propia Catedral; la de San Pedro y la Trinidad se agregaron a la Magdalena; Las de San Salvador y San Miguel, se agregaron a San Nicolás; y la de San Juan se agregó a San Jorge .

La mayor parte de los edificios que ocupaban las parroquias suprimidas, desaparecieron al aplicarse el nuevo plan parroquial y se convirtieron en plazas y espacios urbanísticos abiertos.

A comienzos del siglo XIX el entorno del palacio cambia en su aspecto y configuración urbanística, ya que en el año 1806 se derriba la Iglesia de San Jaime. El espacio que ocupa se destina parcialmente para construir casas, siguiendo un plan uniforme dispuesto por el Ayuntamiento. El resto del solar se deja libre para ampliar la antigua “plazuela” .

En la calle de la Merced, frente a la puerta de entrada a la Iglesia del convento de San Nicasio (convento de los Mercedarios), se derriba el teatro o Casa de las Comedias, propiedad del Hospital de Nuestra Señora de Gracia y se construyen otras casas nuevas destinadas a viviendas.

Le sucede durante el corto espacio de un año (1817-1818), Don Juan Ramón Santos de Larumbe y Larrayoz, tercer Obispo de Tudela. Tras recibir la Bula Papal de designación, permaneció unos meses en Pamplona. Mientras, se hacían en el Palacio las obras de adecuación necesarias y se colocaba su emblema en los lugares acostumbrados, como es el cielo raso de la sobre escalera.

El 7 de septiembre fue consagrado Obispo en la catedral de Tudela, trasladándose de nuevo a Pamplona. Regresa a Tudela en la noche del 11 de noviembre, yendo directamente al Palacio episcopal o Decanal sin que se le haga ningún recibimiento especial. A la mañana siguiente, dice misa en el oratorio del segundo piso del Palacio y es visitado particularmente por los canónigo.

El cuarto y último Obispo de Tudela con residencia en la ciudad fue Don Ramón de Azpeitia Saenz de Santa María, natural de Torrecilla de Cameros que ejerció como Obispo de Tudela entre los años 1819 a 1844. En la primavera del año 1819 se hacen pequeñas reparaciones en el Palacio, se desmonta y rehace el tejado de la habitación que da hacia la calle de la Merced y se blanquea la caja de la escalera principal. Murió en Viana, mientras que un hermano suyo, Obispo de Cartagena y Murcia, falleció en Tudela, dos años antes.

En tiempo de este cuarto Obispo se acomete una ampliación del palacio, adquiriendo para ello, dos casas con fachada a la plaza de San Jaime. Desde la erección del obispado siempre se estimó la conveniencia de esta ampliación como única forma de mejorar y adecentar el Palacio, sumando algunas habitaciones y cocinas que le son necesarias.

En abril de 1830 se propone de mutuo acuerdo una permuta de una casa propia de la Mitra, en la calle de la muerte que en su parte posterior da a la calle Fuente del Obispo, por dos casas, una del marqués de San Adrián y otra del conde González de Castejón, situadas en la plaza de San Jaime, afrontantes una a la otra y ambas con el palacio episcopal. Las razones que se valoran por parte del Obispo Azpeitia son la siguientes:

- La casa de la mitra en la calle de la muerte, además de estar en ruina, tiene escaso valor porque está situada en un callizo de mala situación y no renta más que 18 ducados en moneda navarra.

- Las casas del Conde Castejón y Marqués de San Adrián están situadas en la placeta de san Jaime, la calle más principal, adosadas una a otra y afrontantes ambas al Palacio Decanal. Dan una renta de 73 ducados y pueden unirse al Palacio cuando se desee y con poco coste.

- Complacer a dos personas merecedoras de toda consideración que tan solo buscan adquirir la casa para repartirla y lograr algún desahogo en las suyas.

La casa del Obispo en la calle de la muerte, la tasan los técnicos en 13.692 reales y las casas del marqués de San Adrián y la del Conde G. de Castejón, en la plaza de San Jaime, en 6.656 Rs. y 4.895 Rs. respectivamente .

En el año 1831, el Obispo de Tudela, D. Ramón Azpeitia y Saenz de Santa María, a propuesta de los señores, Marqués de San Adrián y Conde González de Castejón, por complacer a dos personas tan recomendables vecinos de la ciudad que no llevan otro objeto en hacerse con la casa que el de repartírsela y unirla para lograr algún desahogo en las suyas por estar en medio de ambas”, estima la posibilidad de permutar una casa propiedad de la Mitra en el callizo de la Muerte, por dos pequeñas casas situadas en la Plazuela de San Jaime, lo que permitiría ampliar el espacio del palacio.

La casa de la Mitra era antiguamente del Obispo de Tarazona. Se extendía desde la calleja de la Muerte hasta la fuente del Obispo a cuya casa pertenecía. Delimitaba por un lado a la casa Marqués de Castejón y por el otro a la casa del Marqués de San Adrián. Estaba en estado ruinoso y lamentable y en 1821 José Marzal y otros maestros tasaron sus fábricas en 13.992 reales de plata.

La casa de González de Castejón situada en la plazuela de San Jaime, la recibieron en herencia D. Felipe y Dª Dolores Castejón, al fallecer Dª Luisa de Veraiz en 1818 (tasada para el inventario de bienes en 11.950 Rv., por los maestros de obras Ramón y Antonio Arnedo, como consta en escritura testificada por Fcº Paula Anchorena (perteneciente entonces a la parroquia de Santa María). Hacía esquina con la calle que entra al Palacio Episcopal con quien afrontaba también en su parte posterior. A la izquierda, afrontaba con casa del Marquesado de San Adrián.

La Casa de San Adrián en la placeta de San Jaime, había sido adquirida en 1808 al Marqués de Montesa. En el año 1830 se valoró a efectos de permuta, en 13.492 Rv.


El Palacio Episcopal amenazaba ruina por varias partes. El Vicario General, D. Salvador José González, en diciembre de 1832 encarga un informe acerca del estado del Palacio y las reparaciones necesarias, a los maestros albañiles Eustaquio Marzal y José Cavanillas. En su informe, emitido el día 24 del mismo mes, declaran que por ser el Palacio una obra tan vieja, necesita un completo repaso, al menos para darle seguridad y evitar que se desplome una parte notable de él, como ya había sucedido con una pared interior y el techo de una de sus habitaciones.

Consideran en su informe que es indispensable derribar dos paredes grandes que dan a la calle -una de ellas es la fachada principal- y hacerlas enteramente nuevas. Asegurar con machones de piedra o ladrillo otras dos exteriores; desmontar una gran parte de los tejados, ya que algunos se encuentran apuntalados, y ponerles maderas nuevas. Esas obras que consideran de primera necesidad para quitar el peligro de ruina inmediata, las valoran en veinte mil reales vellón.

El Obispado de Tudela era quizá el más pequeño y más pobre de toda España. Los libros de cuentas de rentas, deducidas las cargas fijas, reflejan un producto líquido anual de 53.680 Rv. Para afrontar el montante de las obras necesarias en el Palacio ha de pedir permiso para cargar sobre la Mitra un censo de 20.000 Rv.

Entre tanto, en el mes de mayo 1831 comienzan a desmontar las dos casas adquiridas por permuta y se levanta una portalada que dé nueva entrada al palacio por la plazuela de san Jaime con mayor comodidad de acceso que por la calleja del Deán. El maestro de obras Javier Garbayo reutiliza y adquiere la piedra de la casa de Murgutio, encargando la obra a los maestros canteros Severino Lasa y Bautista Arrebillaga.

Según compromiso suscrito en 16 de octubre, el arco será de piedra cicuña del portillo de Corella, tendrá de grueso una vara castellana o tres pies, estará formado por dovelas de dos pies de altura y no sobrepasarán de 19 piezas y a cada lado se completan siete varas de sillares en línea, y subiendo en altura hasta igualar con la repisa que ha de tener un pié más que la puerta y una imposta a cada lado.

En octubre de 1831, el maestro de obras Antonio Garbayo y el regidor Sr. Marqués de Huarte giran visita a la fábrica y obra que está construyendo el Obispo Azpeitia en el Palacio Episcopal y toman los puntos de planteo de la portalada. Señalan que es preciso desmontar los empedrados de la calle que baja a la Iglesia de la Merced, desde la esquina de la antigua casa de Montesa hasta el guarda cantón del jardín del Palacio Episcopal y volver a empedrar en la forma que se determina en el informe. El Sr. Obispo queda obligado a satisfacer el coste del buen arreglo de la calle, dando salida a las aguas de la calle Rúa con la mayor suavidad.

Sobre la portalada nueva y el patio se construye la nueva habitación, con excusado. Se aprovecha también para hacer algunas pequeñas reformas o reparaciones. El pintor Juan Sagaseta pinta el solio de su Ilustrísima, la alcoba y el cuarto inmediato a la alcoba. La alcoba se pinta con cal y al solio le da un color verde y sombra de Venecia.

En 1833, por Real permiso se toma a censo del Seminario Conciliar mil duros sobre la mitra al 4% para afrontar los costos de las obras . La obra consiste en hacer una nueva habitación para Su Ilustrísima hacia la plaza san Jaime, hacer una arco entre la cochera nueva y el jardín, reparar las paredes antiguas del Palacio. Primero se eleva la pared de la calleja y en la ventana grande de la escalera se colocan tres cristales grandes y plomo; se hace empedrado de la entrada nueva, se lava y compone la tapia que circunda el jardín

Los temples para pintar balcones, ventanas y puertas se compran en Lodosa, Tudela y Zaragoza. Las principales puertas de esta nueva obra son en esencia, la principal hacia la plaza, la interior del zaguán a la escalera principal y la cochera nueva que está a la entrada.


La obra que se acomete a continuación, cuesta, en albañilería, poco más de 7.000 reales. En ella entra además, blanqueo, pintura, cristales para la fábrica nueva y la composición necesaria en la obra antigua.

D. Ramón Mª de Azpeitia Saenz de Santa María fue el 4º y último Obispo que tuvo su residencia en el Palacio, entre los años 1819 y 1844. Murió en Viana, en el mes de julio de ese año. Por el contrario, muere en el palacio de Tudela, su hermano, Obispo de Cartagena y Murcia, en el año 1842.


El Palacio Decanal desde 1850 hasta hoy.

Había entre el Cabildo Catedralicio un canónigo, Cosme Marrodán y Rubio que había sido nombrado Lectoral en 1834. El Obispo Azpeitia, gravemente indispuesto, le nombra Gobernador eclesiástico y el Cabildo lo eligió en 1844 Vicario Capitular. Años más tarde, en 1857 fue preconizado para Obispo de Tarazona y consagrado en Pamplona. Tomó posesión de su sede en marzo de 1858. El Papa dispuso que siguiese rigiendo la diócesis de Tudela como administrador apostólico, cargo que ejerció hasta su fallecimiento.

En 1852 se propone en Capítulo de la Catedral, que el Sr. Gobernador eclesiástico de la Diócesis pase a ocupar el Palacio Episcopal, de esa forma, el día 13 de agosto, D. Joaquín Clemos entregaba al Cabildo las llaves del palacio.

En 1857 el Deanado paga 120 Rv. por empedrar la calle del Palacio cumplimentando requerimiento del Ayuntamiento.

El dos de marzo de 1858 el Cabildo determina que Don Celedonio Oviedo debe ocupar el Palacio Episcopal cuando traslade su domicilio el Ilmo. Sr. D. Cosme Marrodán a Tarazona, para cuyo obispado ha sido nombrado. Se traslada el 19 de marzo de ese mismo año, dejando para el palacio de Tudela, el Solio y los retratos de Carlos III y Pío VII.

En el año 1859, por acuerdo municipal, se requiere al Deanado que proceda a la reparación de un trozo de pared del palacio en el ángulo que vuelve de la bajada de la plazuela de san Jaime a la calle de los Lagos. Debe derruirse la parte superior y volver a levantarse con solidez. .

En 1860 (20 mayo), el Ayuntamiento da orden de que se pinten las fachadas de las casas, entre otras la del palacio Decanal. Un mes mas tarde empieza a cumplimentarse la orden, lavando con arena y pintando la fachada principal del Palacio por mano del pintor José Bara, por un montante de 480 Rv. También se blanquean las tapias del corral y la puerta de la calleja del Deán, utilizada antes como acceso principal, pasa a ser la puerta de la cochera.


De la República a la Monarquía

Memorablemente curioso el hecho acaecido al General D. Francisco Serrano que visitó Tudela como Presidente de la Nación. Llegó el Duque de la Torre rodeado con todo el boato y pompa de su categoría, con uniforme de General. Se le instaló como residencia en el Palacio Decanal en los días inmediatos al 27 de diciembre de 1874.

Aquí conoció el momento histórico de cambio a la Restauración Borbónica y que por tanto, había cesado como presidente del Gobierno Republicano. Tudela y el Palacio Decanal personificó un accidentado periodo de las Historia, que tuvo como protagonista directo al General Serrano.

En pocas horas el cuadro político de la Nación cambió y con él, la situación comprometida respecto al tratamiento de la persona del Duque que de manera noble y caballeresca se afanó el Ayuntamiento en rendir toda clase de cortesías y atenciones precisas. Continuó como huésped de la ciudad y del Deán y permaneció en él hasta el día 1 de enero.

El propio Alcalde, Angel Frauca, preparó la salida discreta de la ciudad hacia el exilio, consiguiendo previamente que un sastre de la localidad le confeccionase de modo rápido un traje de paisano, ya que solamente tenía uniformes de militar.


En 1872 se pinta el altar del Oratorio del Palacio y la Imagen de la Purísima Concepción, tutelar del Oratorio, por José Bace.

En 7 de octubre de 1879, el Ayuntamiento de la ciudad, a la vista de un informe emitido por los veedores Manuel Casamayor y Cayetano Castellano, requiere al encargado del Palacio Episcopal, la urgente demolición de la parte superior del cerramiento frente al costado izquierdo de la plaza del mercado. Asimismo, consolidar o derribar el edificio torreta o solanar, ya que causa perjuicios tanto a transeúntes como a los vecinos de enfrente, por estar muy deteriorado.

Como consecuencia de ello, entre los meses de octubre y noviembre de ese mismo año de 1879 se derriba el torreón declarado en ruina. Javier Marzal atiende lo referente a albañilería, José Sagaseta la carpintería y Faustino Berrueta, la pintura. La demolición del torreón y el acondicionamiento de la cubierta, costó 6.933 Rv.

Al año siguiente, siendo deán D. Juan Sodornil Villafranca, continúan las obras de acondicionamiento del Palacio. Se colocan tres rejas en el jardín hacia los almacenes. Se reforma la cocina, se hacen dentro del recinto dos alcobas, se sustituye el pavimento de ladrillo deteriorado de tres habitaciones, por otro de madera de Holanda. Hacia el exterior, se coloca una nueva piedra quizalera en la entrada principal del palacio. Se unen dos balcones que dan a la fachada, para transformarlo en uno corrido. Se reparan los balcones del jardín, colocando plomo en sus cubiertas, se componen puertas interiores y exteriores en caballerizas, se colocan esteras y se cierra la comunicación al palacio. Se pinta el altar e imagen del Oratorio. En esta ocasión los artesanos que intervinieron fueron: Castellano en albañilería, Vicente Sagaseta en carpintería y Luis Butini en pintura. El pintor Luis Butini aplica un colorido heterogéneo al palacio, tanto al interior como a su exterior. Unas puertas, balcones y ventanas de color porcelana; otros balcones, y ventanas, por fuera, encarnadas al aceite y por dentro al barniz. Los portalones de calle, jardín y bajada al claustro, al aceite, las jambas de balcón, de amarillo. El montante total de esas obras complementarias se eleva a 12.307 Rv. . El deán Juan Sodornil permanece como inquilino del Palacio y en él fallece el 9 de enero del año 1900, a los 63 años.

Tras el fallecimiento de Sodornil, el Palacio discurre por una latente y amortiguada vida. Permaneció vacío, sin uso aparente ni como residencia ni como sede pastoral, a lo largo de todo el periodo de la monarquía Borbónica. Tan solo permanece en su entreplanta, el archivo Diocesano y en planta baja y sótano de la calle Roso, una bodega y cuadras alquiladas para diferentes usos. Aparece residiendo en el año1935, una familia (Baztán) que hará las funciones de conserje y que continúa hasta la década del 60.

El Palacio recobra vida a partir de la primera apertura cultural de la Dictadura franquista en 1955 que en Tudela fue preconizada por un grupo de jóvenes sacerdotes de savia renovadora y espíritu social inconformista, cuya tarea pastoral orientada a los jóvenes, fue apoyada por seglares comprometidos con la Iglesia testimonial.

Bajo ese padrinazgo, ocupan las dependencias vacías del Palacio, diferentes grupos juveniles ávidos de formación y desarrollo, a partir de la Institución Deportiva Muskaria que acuñó la sede con el cariñoso sobrenombre de “El Tazón”, como lugar de encuentro, formación y ocio. Junto a él tenían cabida en el Palacio, otras asociaciones como Acción Católica, en sus diferentes variedades de JOC (Juventudes Obreras Católicas), JEC, JIC (variantes juveniles orientadas a estudiantes e independientes), Cursillos de Cristiandad, Conferencias de San Vicente de Paul, etc.

Entre los años 1955 a 1968 vive el Palacio una época de intensa actividad como lugar de encuentro y formación de jóvenes, propiciando actividades de teatro, cine-forum, música, baile, conferencias, cursillos. El archivo Diocesano se traslada al piso superior y la actividad juvenil se ve precisada de una ampliación en la Plaza de los Fueros (Bar Amaya).

En los años inmediatos, la intensa actividad va languideciendo, aunque continúan desarrollando su actividad, diferentes grupos juveniles con renovada inquietud ideológica en la época de transición democrática, a la vez que perviven el Cine-forum y otras agrupaciones culturales y deportivas, entre las que destaca el montañismo. Grupos formativos parroquiales orientados a mujeres y amas de casa mantienen su actividad, hasta que el proyecto de restauración del edificio obliga a vaciar de contenido el edificio, trasladando su actividad juvenil a locales facilitados por el municipio, concentrados en Lestonnac u otros centros Cívicos.

Julio R. Segura Moneo
Tudela 1 mayo 2000

 
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  Reino de Navarra
   






 


 
   
Segura Moneo, Julio R..- Casas Consistoriales de Navarra. Pamplona 1988, pág. 257.
Protº Johan Pérez del Calvo, Año 1477 (20 abril), leg. 1472-1499, APT. Una primera copia para el Deán se conserva en pergamino, Archivo diocesano, sección pergaminos, fajo S.T.V., nº 2, Ver Apéndice nº 1.

Los cargos eclesiásticos más representativos, además del Deán Don Pedro Ferriz, los ocupaban: Pedro Egüés, canónigo; Lope de Cunchillos, tesorero; Miguel Caritat, chantre y Vicario general; Sancho de Larraga, Juan de Miranda, Martín de Aybar, Eximino de Valladolid, Pedro de Torralba, canónigos.

J. A. Fernández, en el manuscrito Los Deanes de Tudela, fol. 47, lo identifica como D. Juan de Aragón y de Navarra. Dibuja sus armas en un escudo partido, donde aparecen en cada lado 4 cuarteles con las barras aragonesas y las cadenas de Navarra partidas.
Don Vicente de la Fuente (España Sagrada, Tomo 50, pág.324) contradice a Fernández y afirma que este D. Juan de Aragón es del título de San Adrián, presbítero Cardenal, cuyas armas son dos cuarteles y en otros dos partidos, las cruces de Jerusalén y unos veros.

Le era permitido al deán, usar como atributos de su elevado cargo, mitra, anillo, báculo, pectoral y otras vestiduras pontificales; dar bendición solemne. En lo civil gozaba de voto propio en las Cortes Generales del reino.

Edificó en la Colegial la capilla de San Pedro de la que fueron y son patronos los Marqueses de San Adrián.

Sodornil atestigua que Obray es de Milán y no francés como figura en otros libros. Ver: P. Madrazo.- España y sus monumentos.- Navarra y Logroño, Tomo III, pág. 368. J. A. Fernández: Los Deanes de Tudela, pág. 57.

Actas Capitulares de 17 septiembre de 1515, A.C.T.

J. A. Fernández.- Los deanes de Tudela, fol. 50

Aparece esta descripción en escritura de arriendo de ocho aposentos en las Casas del Deanado junto a la Catedral, hecha por el Sr. Benito de Villaba como procurador de D. Juan de Luna, deán de Tudela, al Dr. Martín Miguel de Munárriz, por tiempo de dos años, a razón de 13 ducados de oro viejo por año. Tudela, a 10 de abril de 1559, Protº de Pedro Agramont, 1550, fol. 97-98, Tudela, APT.

Ibarra. Historia de Roncesvalles, pág. 398.

Este viaje fue ampliamente descrito por el archero de su guardia, capitán Krohoc.

Actas Capitulares, 28 de enero 1611, Libro 1578-1616, ACT.

Actas Capitulares, 19 abril 1619, Libro 1617-1629, fol. 68 vº, ACT

Se hace constar que la fábrica de la Colegial hereda los bienes del difunto deán Actas Capitulares, año 1619, 19 abril, fol. 68 vº y 137, ACT.

Agramont Pº, 1624 (23-8), fajo 1º doc. sin clasificar; Año 1636, fajo S, S. 14. :A.D.T

Actas Capitulares, 1643(10-7), Libro 1630- 1652, fol. 174, ACT; Act. Capit., 1667 (12-8), Libro 1652-1671, fol. 211 vº a 222, ACT. Y Archivo Diocesano, fajo E-G. 1.

Actas Capitulares, 23 abril 1674, leg. 1672-93, fol. 26 vº - 40vº, ACT.

En 3 noviembre de 1694, Protº Antonio González, Tudela, APT.

Pedro Madrazo .- España, sus monumentos y artes. Navarra y Logroño, Tomo III, pág. 380

También obras en el horno y Palacio de Murchante. “Declaración de los reparos que necesita hacer en el Palacio decanal de esta Ciudad, el del lugar de Murchante, molino y horno del mismo lugar”. Protº Manuel Lazcano, 1748, 5 de diciembre, APT. Ver también, Protº Manuel Lazcano 1748.

Protº Benito Eslava y Pueyo, año 1757, 14 mayo, Tudela, APT; Informe del maestro de obras y edificios Joseph Marzal y Xil, Protº Benito Eslava y Pueyo, 1757. El deán muere en el Palacio en ese mismo año.
Todos estos aspectos son detallados en el informe que el embajador de España Sr. Grimaldi, presente a S. S. Pío VI.y que recoge el Diario del Obispo de 1808 a 1818, ADT.

El Palacio Episcopal está numerado con el 51 de la parroquia de Santa María. Figuran como censados en él: el provisor D. Miguel Antº. De Uriz, de 27 años de edad; M. Balestena, secretario y presbítero, de 32 años; D. Martín de Amileta, presbítero, fiscal, de 33 años; D. Miguel Coll, tonsurado, de 18 años; D. Dionisio Lopez, tonsurado, de 18 años; D. Josef de Egües, tonsurado de 15 años; L. Barandiaran, curial de 26 años; Fray Francisco Mendaza, capuchino lego profeso, de 54 años; el hermano Martín Osacain, donado capuchino de 46 años; Lorenzo Iglesias, soltero, cochero, de 44 años. Censo 1786, casa nº 51, Parroquia Santa María. Protº Manuel Arnedo y Ororbia, año 1786, nº 99, fol. 251, Tudela, APT.

Con motivo de las obras de remodelación del edificio en 1999 se limpió una columna en la que apean los arcos que culmina la escalera principal en la planta noble. El fuste apareció dorado y en él, grabada la fecha de 1786, que corresponde al año en que se ejecutó.

La nueva Iglesia de San Jorge llamado el Real, está instalada, por Real Cédula de Carlos III del año 1769, en la que fue Iglesia de los expulsos Jesuitas, ya que la auténtica Iglesia de San Jorge ubicada en la inmediata plaza del Mercadal, fue derribada en 1771 dejando el solar para plaza.

El Doctoral D. Fcº Sanz, y D. Joaquín Ruiz de Conejares, en las Reflexiones que hacen al Provisor de la Diócesis D. Hilario Clemot sobre la unión de la Iglesia de san Jaime proponen que el Cabildo pueda demoler la Iglesia de san Jaime cuando se halle profanada aprovechándose de las ruinas y edificar en los vacíos espacios y en el cementerio y corral de la casa Vicarial. Si no pareciese conveniente edificar, podrían vender los despojos y ruinas.
El Ayuntamiento, con mejor criterio determinó su propio plan, consistente, al igual que en otras parroquias tudelanas desaparecidas, aprovechar el espacio procedente de la demolición para ampliar la superficie de la plaza.

Convenio de 22 abril 1830 suscrito entre Marqués San Adrián y Conde González de Castejón estableciendo la forma de repartir la casa de la Mitra, sita en callizo de la Muerte. Aparece la firma de ambos. Sección Tudela, fajos 1, 2, 3, 4, 5., AMSA.

Firman las tasaciones José Marzal, Ramón Arnedo, Fcº Izaguirre, Javier Juste, Pº Castro y Antonio Castellano, maestros albañiles, carpinteros, cerrajeros, en 26 mayo de 1830. Sec. Tudela, fajos 1,2,3,4,5, AMSA. Otra copia de la tasación se conserva en ADT, Letra P, nº 22.

Ostentaba el título de Marqués de San Adrián y de Castelfuerte, D. José Mª Magallón y Armendáriz, Señor de Monteagudo, Grande de España de 1ª clase y Merino perpetuo de la Ciudad de Tudela y su Merindad. El título de Conde González de Castejón lo tenía Don. Fcº González de Castejón, mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y Gentilhombre de S.M.

La casa de la Mitra era antiguamente del Obispado de Tarazona. A su muerte, mediante el Breve de erección del obispado, tomó posesión de ella el Ilmo. Sr. D. Ramón Larumbe, según escritura ante el escribano Joaquín Urrutia en 1795.
Según expresa el propio Obispo, en escrito al Nuncio de S.S. estaba “en el callizo que llaman de la Muerte, un callizo de mala situación, que no puede tener más destino que alquilarse y apenas reditaba en alquiler 18 ducados” Expediente letra P., nº 21, A.D.T.
En 1821 (1 febrero) los maestros José Marzal, Antonio Arnedo, Javier Juste y Fcº Izaguirre, albañiles, carpintero y cerrajero, tasaron la casa, incluido el rafe, en 13.992 reales de plata.
En 26 de mayo de 1830 a petición del Sr. Obispo vuelve a valorarse las tres casas objeto de la permuta. La casa de la Mitra queda valorada en 27.584 Rv.; la casa de San Adrián en la plaza de San Jaime, contigua al Palacio Episcopal, en 13.292 Rv.; y la casa de Castejón, contigua a la anterior, en 9.790 Rv., lo que supone al Sr. Obispo, hecha la permuta, un saldo a su favor de 4.505 Rv. Para destinarlos a realizar las obras necesarias para incorporar el espacio de ambas casas al edificio del palacio Episcopal.

En 1818 (9 marzo) el notario Fcº Paula Anchorena testifica la valoración de los bienes dejados por Dª Luisa de Veraiz. La casa de referencia tasada por los maestros Ramón y Antº Arnedo, está valorada en 11.950Rv. Se había construido con créditos censales a favor de la capellanía de Juan Ibáñez y Mª Rodríguez, cedida al Sr. Castejón que la compró para permutarla, con un cargo de censo de 400 ducados a favor del convento de San Francisco, según consta por escritura de 1831 ante Geronimo Labastida.

La casa de San Adrián rentaba 33 Rv. Y la de Castejón 40 Rv., y ambas 73 Rv. Frente a la de la Mitra en la calleja de la muerte que rentaba 18 Rv.
La tasación de las casas está equilibrada. La casa de San Adrián se valora en 13.492 Rv., la de Castejón en 11.950 Rv. por tanto ambas 25.442 Rv., frente a la casa de la Mitra que se valora en 27.984 Rv..
Escritura de permuta de las casas citadas en Protº Ramón Eslava, 1831, nº 37, Tudela, APT. Hay copia en ADT y otra en AMSA

Protº de Juan Agustín Miranda, Notario del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Tudela, 1832.

En el derribo de la que será habitación nueva de Su Ilustrísima el peón “La Rosa” encontró una bandeja de plata antigua y le gratificaron con 8 Rs. El coste del desmonte se refleja en escritura ante Ramón Eslava en mayo de 1831. Los detalles y cuentas de la fábrica hecha en el Palacio Episcopal en 1831 están el los fajos F,L,J –7, del A.D.T.

La primera hilada servirá de plinto y tendrá de frente 5 palmos y al menos 3 de alto. Los restantes tranqueros han de ser, la mitad de 3 palmos de frente y el resto de 4 y su altura hasta completar 22 palmos, cuando menos de un pié y medio. Tres canteros tardan 9 días en labrar las cornisas y cinco en labrar las dovelas. En el mes de octubre Severino Lasa cobra 24 duros por 17 piezas para hacer el arco. Y Antonio Garbayo, cobra en nombre de su hermano cobra 53 duros de mayordomo del Obispo, por la piedra labrada para la portalada.

Memoriales de Policía Urbana. Expediente sobre lista de canales que vierten aguas al caño subterráneo de calle San Julián, año 1831, AMT.

La escritura se hace ante Ramón Eslava en 1834. Tudela, APT

En los cuadernos de fábrica que se conservan (Año 1833, L-I, nº 8, A.D.T.) están consignados numerosos detalles curiosos de la obra como la cuenta de 13.300 ladrillos que entran en la nueva obra, 2.675 tejas; la composición de los colores del tejado, del zócalo de la escalera (negro y paredes encaladas); relación de productos de droguería con sus precios; la instalación de un excusado para S.I. en su nueva habitación; colocación de 4 cristales grandes en el nuevo balcón del cuarto, colocación de tres cristales grandes y plomo en la ventana grande de la escalera; ejecución del herrero del arco de medio punto coronado con su arco pequeño. Hay planos de la escalera y distribución del edificio, de la disposición y replanteo del arco de la nueva puerta, nuestras de pintura de las habitaciones

Actas Capitulares, año 1852, fol. 206 vº, A.C.T.

Traslado del acuerdo de 28 enero de 1859, por D. Nicolás Falces, secretario.

Cuadernillo de Cuentas del Deanado, años 1858-60, fol. 57, A.D.T.

José Ramón García, administrador de la mitra, detalla las cuentas de lo trabajado en el palacio Episcopal desde el 10 de octubre a 1 de diciembre de 1879, en derribar el torreón declarado en ruina por orden del Ayuntamiento. La factura del maestro albañil Javier Marzal se eleva a 5.955 Rv., la factura del carpintero José Sagaseta 662 Rv. y el pintor Faustino Berrueta, por pintar el rafe de la torreta por las tres caras, de color avellana, 68 Rv. Cuentas del Administrador de la Mitra, años 1872 a 1880.

Cuaderno de Administración de bienes de la Mitra de Tudela. Justificantes del estado de cuentas a contar desde 2 de diciembre de 1880, ADT.

En el censo padrón de 1897, sec. 11 de Santa María, figura como residente en el Palacio y con él su sobrina Feliciana Sodornil y Bárbara Lasala como sirvienta. Sodornil hizo testamento ante el notario de Tudela, Justino Oliver.