Tudela
es conquistada a los árabes en 1119
por Alfonso I el Batallador,
rey de Aragón y Navarra, readaptando la antigua
mezquita musulmana al culto cristiano.
Para el año 1204,
fecha de consagración de la cabecera del nuevo
templo regido por Priores
y Abades de Santa María sujetos a la Regla
de San Agustín, las obras de la Colegiata están
ya muy avanzadas.
En el año 1239,
secularizada la Iglesia, aparece el
primer Deán o cabeza del Cabildo, que regía
la vida de la entonces Colegial de Santa María
y que tenía jurisdicción cuasi episcopal
en su territorio.
Prueba de la importancia de los personajes que ostentaban
el cargo, es el haber conseguido en 1258
que el Papa Alejandro IV
concediese al Deán tudelano el uso de anillo y
mitra episcopal, lo que casi los equiparaba a los Obispos
de Tarazona de cuya diócesis dependía la
Iglesia de Tudela.
No es de extrañar que se decidiese ir más
allá de la equiparación mediante la construcción
de un Palacio, sede de los deanes, comenzando la construcción
en 1477. A este periodo
corresponden seguramente su cuerpo básico con
las dos alturas actuales, la galería
de arquillos ojivales con su claro estilo mudéjar
de ladrillos diagonales en vuelo, y, tal vez, la
torre mudéjar que fue
demolida en 1879.
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Don Pedro
de Villalón de Calcena. |
Obra atribuida
a Tiziano. Colección particular. |
Don Pedro de Villalón
de Calcena, el más famoso de los Deanes
tudelanos, fue camarero pontificio y protonotario apostólico
del Papa Julio II, quien no sólo confirmó
sino que aumentó los privilegios otorgados a los
Deanes de Tudela.
A esta época, primer cuarto del siglo
XVI, corresponde la mayor ampliación del
Palacio que experimentó grandes modificaciones
pasando a convertirse en la principal casa de la ciudad
y, por tanto, el lugar elegido para servir de acomodo
a reyes y Papas a su
paso por Tudela.
Entre estas modificaciones destaca especialmente la
decoración plateresca y el escudo de la fachada
principal de la calle Roso. A finales del siglo
XVIII, como consecuencia de la creación
de la diócesis de Tudela en
1783, se llevan a cabo nuevas reformas para mejorar
su habitabilidad con el fin de hospedar
al primer Obispo.
Más tarde, en el siglo XIX,
se le adosa un cuerpo hacia la Plaza de San Jaime, convirtiéndose,
a partir de entonces, en la entrada principal del Palacio.
El caserón estuvo casi abandonado desde el siglo
XIX hasta la década
de los 30 en el siglo
XX, momento en el que fue ocupado por diversos
colectivos relacionados con la Iglesia. De esta forma
el Palacio llega hasta los últimos años
del siglo XX, en que
debido a su mal estado de conservación, se decide
restaurarlo en su totalidad con el fin de devolverle
su antiguo esplendor, siendo inaugurado el 26
de junio de 2000.
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